Si en algo tiene razón CC es que si su representación en el Congreso no es decisiva para apoyar a cualquier Ejecutivo, no les harán caso alguno, y dado que son los que rigen los destinos de Canarias en estos momentos, el Archipiélago será ninguneado. Pasó en Lanzarote, donde Pedro Sánchez pasó tres kilos de entrevistarse con el presidente Fernando Clavijo, prefiriendo hacer turismo por La Mareta con sus correligionarios socialistas. El sectarismo que mostró el presidente del Gobierno de España en su visita a Canarias no es ajeno al que practica por cualquier recoveco nacional donde el PSOE no albergue el poder. Pedro Sánchez ha decidido recorrer dos caminos que nada tienen que ver con apaciguar y empujar nuestro país. El primero es no mandar. Los socialistas mandan, pero no gobiernan. Pasados cien días, aquí no se ve por ningún lado alguna línea política nueva que no sea dejar de atacar al PP por la corrupción. Y como reza el viejo dicho popular, lo importante no es llegar, sino mantenerse.

¿Pero qué pasa? Atado de pies y manos por una alianza diabólica para llegar al poder, Sánchez se ha dado cuenta de que poco o nada puede hacer sin plegarse a la voluntad de Podemos y los nacionalistas catalanes. Llegados a esta locura perpetrada únicamente para llegar al poder, todo apunta a que el presidente lo que está haciendo, en vez de gobernar España, es una férrea campaña electoral (desde el poder) allá por donde va. Y la exclusiva finalidad es lograr la intención de voto suficiente para que el CIS le dé la oportunidad de convocar cuanto antes unas elecciones generales en las que el PSOE pueda mandar a su antojo. Y de resto, las administraciones que no encabecen los socialistas, a Pedro le importan un pimiento: como Canarias. Y a uno, que tenía la ilusión de un giro nuevo, resulta que ese, y todos los sectarismos, me dan arcadas.

@JC_Alberto