Su concurrido funeral coincidió con el XXX Aniversario de la presentación de un hito que unió para siempre a la mejor voz femenina del último medio siglo y al creador, pianista y cantante que, con mayor calidad, exigencia y extravagancia lideró el rock en los escenarios mundiales. El 8 de octubre de 1988, Montserrat Caballé (1933-2018), despedida hace un par de días por personalidades de la política y la cultura en el tanatorio de Las Corts, y Freddy Mercury (1946-1991) presentaron en La Nit la canción "Barcelona", compuesta por el último y aceptada como himno oficial de los Juegos Olímpicos de 1992.

La admiración mutua les acercó durante 1987, compartieron ideas e inmediatamente una sincera amistad que se consolidó en la grabación del single -con más de un millón de copias vendidas- y su puesta de largo en un exitoso acto promocional de las Olimpiadas catalanas y españolas. Víctima del sida, falleció en el otoño de 1991 y, por expreso deseo de la diva -que valoró como nadie sus facultades prodigiosas y su estilo inimitable-, la canción quedó para la historia y "Amigos para siempre", grabada por José Carreras, la sustituyó como himno del evento deportivo.

Por expreso deseo de la familia, las exequias se oficiaron en el Tanatorio de Las Corts y reunieron a políticos enfrentados y personalidades del mundo de la cultura que no regatearon elogios hacia una soprano inolvidable, que alcanzó gracias al color y dulzura de su voz, su técnica impecable y su sensibilidad capilar un lugar de privilegio en la historia general del bel canto.

La sobriedad de su despedida contrastó con los cálidos y continuados aplausos que le dedicaron los espectadores del Liceu y de otros teatros del mundo que tuvieron a la diva catalana, a la mujer cordial y cercana, como cabecera de cartel durante muchas temporadas. Promovidos por el Ministerio de Cultura, Madrid y Barcelona acogerán sendos homenajes a una artista excepcional y a una ciudadana ejemplar, ajena al ruido turbio y oportunista que sacude al otrora abierto y culto territorio, actitud que le costó, antes y ahora, tras su muerte, ciertas críticas desabridas y miserables "por su falta de patriotismo".