Escribía el otro día Juan José Millás sobre un "viejito" -como decimos por aquí- que pasó más de tres horas delante de la tele sin percatarse que estaba apagada. Alucinante, acojonante y todos los antes que ustedes quieran. Los racionales extremos certifican incuestionable demencia senil. Permítanme dudarlo. Por muy socorrido que el argumento sea para darle sentido o explicarlo.

¿Y si, y si, y si... y si se tratara de iluminación senil? Para la basura que nos meten, pues me imagino yo el programa. Así que... mejor apagada, y solo serás un distraído, o un sabio. Y ambas cosas, como todo el mundo sabe, vienen a ser lo mismo.

Otro anciano, portugués en este caso, "ejerce" -lo digo con todas las de la ley- de mendigo urbano. Su caso es digno de comentar. Se llama Vítor Leitao, y tiene una vida surrealista, entre modelo altamente buscado y cotizado, y perro callejero? Un sujeto muy particular que juega con lo primero sin querer dejar lo segundo. Que pendula entre ser divo y un don nadie. Que saca conclusiones de lo uno para aplicarlo a lo otro? No me digan que no es un artista.

Leitao es un ingeniero informático, director de red de una universidad privada, hasta que ésta cerró llevándose la caja -¿de qué me suena a mí esto, Señor..?-, dejando en la calle a todos sus empleados, sin indemnización, sin paro, sin derechos, sin-vergüenza? en fin, así el muerto, así los deudos. Aquí es exactamente igual y tampoco pasa nada. Así que con más de 50 tacos se fue a Mozambique, donde trabajó para el Gobierno de allí. Más de lo mismo. Tras cinco años de montarle al Estado un Programa Nacional para la Factura de Contadores, ni le pagaron, ni le reconocieron, ni le agradecieron, si no que lo devolvieron a la metrópoli con una mano delante y otra detrás?

El viejo Vítor se ha tirado décadas viviendo con los trucos de valerse para dormir gratis, comer por un euro y sacarse cinco revendiendo abonos del Metro? Hace poco, un agente de Vogue lo vio pegado a un escaparate. Larga barba blanca, rostro inteligente, buen estilo. Con pinta de protagonista de película, de sabio norteamericano huido de sí mismo, rostro de intelectual humanista? le sacó unas fotos y las envió a Sonda People, una atípica agencia dedicada a ofrecer no menos atípicos modelos publicitarios con personalidad propia bien definida. "Solo personas auténticas", reza en su tarjeta de visita?

Vítor Leitao se dejó hacer un "book" fotográfico, que la agencia ofrece a primeras marcas como modelo publicitario "con algo", pero no quiso firmar ni un solo contrato por suculento que éste fuera. Dejó muy claro que no quiere esclavizarse con lo que él ya no considera importante, ni siquiera la etiqueta "calidad de vida". Que prefiere la libertad y la plenitud de vivir en la calle, a su aire?

Así que, desde hace tres años, esporádicamente, si le hace falta para algo, y le apetece, va y hace alguna página para Vogue, o algún anuncio de Lidl, Smart o de la Federación de Fútbol. Incluso alguna campaña navideña, "solo para darme algún capricho", dice, pero "viviendo una vida que, por primera vez en mi existencia, considero como propia y no de los demás", añade con un guiño de satisfacción. "La sociedad me ha señalado el camino. No le debo nada, pero me lo debo todo a mí mismo".

Veo su foto en el periódico y me parece un Diógenes satisfecho en su barril. Un hombre sabio entre los sabios que mandó a hacer puñetas a un mundo y a una sociedad que había abusado de él, y que, para estar en paz con ese mundo y con él mismo, ahora solo se molesta en recoger lo poco que del tal mundo le apetece. Que no necesita más para mantenerse libre, renunciando al resto de lo que se le ofrece.

¿Son sabios o no? ¿Quién podría asegurar que el viejito que miraba la pantalla durante horas no sabía que estaba apagada? Si no lo han hecho, echen una leída a "Los renglones torcidos de Dios". A ver quién es el cuerdo.

Feliz domingo.

adebernar@yahoo.es