En medio de una campaña ya declarada, donde los partidos están movilizando a todas sus huestes, especialmente Coalición Canaria, la volatilidad del asunto es manifiesta. Cuando los nacionalistas se partieron en dos las pasadas elecciones, el estupor fue tal que los mandados al ostracismo quedaron como estatuas de sal sin poder ni moverse del "shock". Pero hoy, muchos nacionalistas piensan en pedir su afiliación en otras formaciones como Nueva Canarias o, incluso, Ciudadanos. Importantes piezas de ATI, desencantadas, se reúnen e intentan forjar un movimiento emocional y empresarial como el que antaño llevó a Tenerife a vivir sus mejores años. Que un Ricardo Melchior, por ejemplo, fiche por cualquier partido y se presente a cualquier plaza, sería montar un desaguisado en la intención de voto. Aunque no se estime que gane, podría ser llave en cualquier gobierno. Su "amor" por la política y sus ganas de devolver la zancadilla que considera que le han puesto serían suficientes para liarla bien gorda. Y se muere por ello.

Pero en las próximas elecciones todo va a tener mucho que ver con los cabezas de lista y los proyectos locales que se tengan. Santa Cruz va estar calentito; La Laguna, a expensas de los líderes definitivos; el Cabildo, con Carlos Alonso defendiendo su posición y sin saber quién tendrá detrás, y en el Gobierno de Canarias supongo que le estarán rezando a la Morenita para que los municipios del área metropolitana suban considerablemente en número de concejales, porque de ello depende la soltura en votos de Carlos Alonso. O incluso la Presidencia. El PSOE dependerá de la suerte de Pedro Sánchez, y Pablo Casado, que parecía soso, le dio una cuerada a Sánchez en el Congreso que se ha convertido en tendencia en las redes. Y a quien más debiera preocupar el crecimiento de Casado no es a Sánchez, sino a Albert Rivera, que encuentra candidatos con prestigio por estos lares o hasta luego Lucas. Y así están las cosas, tú. ¡Qué estrés!

@JC_Alberto