La Laguna es una tragedia de Shakespeare. Un guion de los hermanos Marx. Una comedia de enredo escrita por un novelista que experimentó con el peyote y nunca pudo regresar del otro lado. Es el Macondo de la política de Canarias, porque detrás de los sobrios soportales y los venerables tejados patrimonio de la humanidad, bullen las pasiones más puras: el amor, la ambición, el odio, la venganza... el vino con vino.

Hace tiempo ya que el barco político lagunero traspasó el horizonte de mar de la razón para perderse en las nieblas del esperpento. Ya todo tiene explicación, porque nada se puede explicar. Ahora resulta que las dos concejalas socialistas que se negaron a firmar una moción de censura han decidido romper el pacto a solo seis meses de la convocatoria de elecciones. Parece la venganza de don Mendo, en clave interna de los propios socialistas laguneros. Y algo que ha ocurrido sin que la dirección insular del partido tuviera conocimiento.

El PSOE de Tenerife se deshace como un terrón de azúcar mientras en la ejecutiva regional se mean de risa. En La Laguna los navajazos han sido tantos que el resto de los partidos se ha apartado para que no les salpique la sangre. Ahora, con el puñal en la mano, los socialistas en la oposición llaman a la izquierda para formar una mayoría y echar a Coalición. Pero las cuentas siguen sin salir. Para que la izquierda gane en La Laguna hace falta que les apoye o se abstenga algún partido de esos a los que suelen insultar: o la "ultraderecha" de Ciudadanos o los "corruptos" del PP. Porque una de esas dos fuerzas es la que puede poner el trasero de alguien de la oposición progre en el sillón de la alcaldía, lo que parece muy dudoso. Hoy como ayer, el pacto de izquierda sigue necesitando de la derecha. Y ahí queda eso.

La nueva turbulencia es otra ciclogénesis explosiva larvada en el seno de los restos del PSOE lagunero que más que un partido parece Juego de Tronos, esa saga en la que siempre se cargan a los personajes en cuanto le coges algo de cariño. Una cosa ingrata en la que muere hasta el apuntador. Las luchas de poder internas de los socialistas han desembocado en la creación de un sindicato de damnificados que ya es más grande que el propio partido. Hay más gente con la pata fuera que dentro.

En la política de Canarias no existe nada imposible. Y en La Laguna lo inverosímil es solo improbable. Ya se sabe que en la política municipal detrás de cualquier verode puede saltar un conejo. Pero sinceramente, parece difícil que embarquen a Ciudadanos y al PP en una aventura de coste incierto. Aunque se haya roto el pacto, no veo a nadie organizando un asalto a la alcaldía. Estamos a medio año de las elecciones. A la famosa moción se le pasó el arroz.