Lo de la encomienda a Pablo Iglesias, para negociar los presupuestos con los encabritados dirigentes catalanes del secesionismo, es todo un espectáculo en sí mismo. Pedro Sánchez dice que él no lo mandó. Así que cabe deducir que Iglesias fue a ver a Junqueras al talego y ha llamado a Puigdemont a Waterloo para interesarse por la receta de butifarra con alubias. O viceversa.

Que después de ver a Junqueras en prisión Esquerra se pronunciara sobre los presupuestos igual es pura coincidencia. O que Puigdemont se haya ratificado en que él no los va a apoyar ni de cuerpo presente (lo cual que como metáfora es toda una ironía del ausente). Esto tiene pinta de ser como lo de "Misión Imposible". A Pablo Iglesias le llegó una cinta para la coleta enviada por Pedro Sánchez que en realidad era una grabación: "Si te cogen negociando en nuestro nombre, negaremos que te hayamos conocido. Y este acuerdo se autodestruirá en cinco segundos. Cuidado con el pelo".

El trasunto del asunto es que el señor Iglesias sigue siendo el pibe más listo de la clase. Pero de lejos. Está jugando el papel de un leal compañero de viaje preocupado por hacer las ingratas tareas que el presidente no puede acometer, no le vayan a decir que está pagando el precio del voto que le llevó a la Presidencia. Pedro Sánchez tenía que negociar con Junqueras y con Puigdemont. Pero no le podía dar al mundo una foto suya entrando de visita en el talego. Por eso mandó a Pablo Iglesias, que carece de complejos. Así que hizo una "visita secreta" delante de las cámaras y focos de televisión. Y tan feliz.

Pedro Sánchez piensa que a Podemos le interesa que siga un Gobierno progresista que está tomando medidas de carácter social que nadie -excepto con una enfermedad muy mala en las meninges- puede negar. Pero el demonio está en los pequeños detalles. Podemos sabe que el PSOE empieza a sufrir un incipiente desgaste por la exposición del poder. No es que lo estén haciendo mal, es que en este país todo se quema a velocidad vertiginosa. Por eso les conviene que los socialistas sigan un poco más en la tostadora.

Todo el mundo quiere subidas salariales, aumento de gasto público y mejoras sociales. Pero el esqueleto del presupuesto que Sánchez ha mandado a la Unión Europea es muy ortodoxo. Intenta cumplir el déficit subiendo cargas fiscales, pero también contiene el gasto público. Y no se puede estar mojado y seco al mismo tiempo. Los catalanes no quieren pasta (aunque les han dado ya algunos miles de millones de más) sino libertad de presos e independencia. Y sin ellos, el PSOE se debilita porque para aprobar las cuentas necesita a Ciudadanos o al PP. Ya estamos en clima de elecciones y el desgaste irá aumentando. Dentro de poco los barones empezarán a pedir urnas. Y entonces, el leal compañero de viaje se frotará las manos.