He aquí la última locura compartida. El último grito para los más desconfiados o para quienes conocen lo sueltitas que pueden ser sus parejas y que no lo admiten. Lo siento por los detectives secretos, porque en este campo tan rentable se les acaba el chollo. Me quedé absorto cuando leí la noticia. Pero no me quedé de esta índole porque un miembro de cualquier pareja quiera seguir al cónyuge y le ponga un GPS por ilegal que pueda ser. Celosos patológicos los ha habido siempre y creo que siempre los habrá. Lo terrible es que ambos miembros de la pareja, volatilizando la confianza y las libertades personales más esenciales, decidan que quieren saber en cada minuto dónde está su media naranja. En la era de la tecnología estamos llegando a nuevas formas de esclavitud. Y es que hay gente para todo. Ya no tienen que ser únicamente anillos de boda, sino de compromiso o, sencillamente, cualquier joya que lleve su pareja.

Todo esto forma parte de la llamada "joyería inteligente", que busca mezclar el lujo con los avances tecnológicos más recientes. Pongamos un ejemplo, ¿qué pasaría si el marido se quita el anillo y lo deja en el despacho para tener una aventura? Pues que inmediatamente la pareja sabrá por un sensor térmico que la joya no está en el cuerpo de su amado. Si bien estos "adelantos" nacieron en Brasil con la finalidad de detectar, tras un hipotético robo, dónde estaban las joyas más caras, esto fue dando pie a irle dando vueltas a la cabeza, y llegar a la enloquecida idea de controlar en todo momento al otro. Si más control del necesario es reconocido como nocivo, imagínense ustedes la cantidad de líos que puede traer esta paparruchada que donde está teniendo más auge es en los países musulmanes y por parte de los varones. Te lo regalo.

@JC_Alberto