Canarias recibió en 2017 casi 16 millones de turistas, 14 millones de ellos clientes procedentes de otros países que gastaron en el Archipiélago más de 16.000 millones de euros. El turismo crea cuatro de cada diez puestos de trabajo, casi 330.000 en total, aporta el 35% de los ingresos fiscales y supone también el 35% de la riqueza de la Comunidad Autónoma. Tenerife destaca, dentro de ese destino global que conforman las siete islas, como el territorio más dinámico, el que más visitantes acoge y el que lidera la generación de empleo en el sector.

Esta breve relación de datos debería bastar para dejar claro que ni la Isla, ni su sociedad, instituciones y agentes económicos hacen otra cosa que exigir un derecho cuando reclaman infraestructuras dignas y adecuadas a la importancia decisiva que tiene el sector turístico en el empleo y la economía insulares. Más de once millones de pasajeros utilizaron el año pasado las instalaciones del Aeropuerto Tenerife Sur, la gran mayoría de ellos turistas internacionales que al regresar a sus países se llevan como última imagen la de una terminal obsoleta e impropia de un destino de esta magnitud. Poner solución a esta carencia, que se prolonga desde hace demasiado tiempo, resulta urgente para no perder competitividad en unos momentos en los que el mercado turístico se ha vuelto más complejo por el resurgir de algunos destinos rivales. Es más necesario que nunca poner el acento en la calidad, que también pasa por unas infraestructuras apropiadas.

Lo crucial del reto que afrontamos hace más incomprensible aún el episodio vivido esta semana. La actitud de AENA al anunciar la licitación de un proyecto para las actuales terminales del aeropuerto, totalmente al margen de las administraciones y de los representantes económicos y sociales de Tenerife, ha despertado un lógico malestar, tanto por el hecho en sí -que puede calificarse, cuando menos, de descortesía- como, sobre todo, porque revela una falta de sensibilidad con la que no es posible afrontar las demandas y necesidades que tiene la Isla y que se hace difícil de imaginar en el trato del Estado con otros territorios del país.

Como institución que representa y defiende los intereses de las empresas de la provincia -que, desde la más grande a la más pequeña, se benefician del motor que supone el sector turístico-, la Cámara de Comercio de Santa Cruz de Tenerife considera imprescindible que se recuperen la coordinación, el consenso y el respeto institucional como principios que guíen actuaciones tan trascendentales como las que afectan a nuestras infraestructuras.

No estamos debatiendo solo sobre las formas -aunque un wasap no parece el medio más adecuado para la comunicación entre administraciones en asuntos de este calado-, sino también sobre el fondo. Bienvenidas sean cuantas iniciativas mejoren las actuales instalaciones, pero insistimos en que deben contar con la participación de la sociedad e instituciones tinerfeñas y recordamos que Tenerife espera desde hace mucho por una auténtica nueva terminal para su aeropuerto más transitado, y ese no es el proyecto que ha anunciado el presidente de AENA.

Un informe del Instituto Elcano sitúa Canarias entre las regiones que más contribuyen a la difusión de la marca España debido al papel desempeñado por los millones de turistas que cada año acuden al Archipiélago. Como ente con mayoría de participación pública, AENA no debe arriesgarse a deteriorar esa marca -ni la de Canarias o Tenerife- con su falta de respuesta a una demanda tan simple como esta: un aeropuerto moderno y a la altura de la Isla y de su principal sector económico.

*Presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Santa Cruz de Tenerife