Si me preguntaran lo que pienso de la crisis que vive el mundo del periodismo tendrían que ponerme un bozal. Pero la política española carece de autocrítica. A pesar de la profunda aluminosis que deteriora la vida pública, los aparatos de los partidos parecen vivir en una Arcadia feliz en la que nunca pasa nada. Los líderes salen para hacer recetas morales pero siempre a condición de que se las tomen los adversarios. Y en este languidecer, lo público se muere de astenia.

El PSOE en Canarias ha mostrado su escandalizada sorpresa porque el presidente Clavijo ponga en duda la neutralidad de la Fiscalía. Es el mismo partido que denunció el sectarismo y la saña de la jueza Alaya en la instrucción de los ERE de Andalucía. Los denunciantes del caso Grúas han recusado al presidente del TSJC, del que dudan de su neutralidad, pero acusan a su denunciado de hacer lo mismo. Y hasta el propio Clavijo masculla -sin decirlo- que se fía más de encontrar justicia en el Tribunal Superior que en la Audiencia de Tenerife. Todos se equivocan y todos tienen razón. Porque lo que subyace es el hecho de que todos sabemos que la Justicia es según dónde y según quién. Y con eso ya se dice casi todo.

Dentro de esta generalizada aplicación del "embudismo político" -o sea, de la Ley del Fonil- el secretario general de los socialistas canarios ha dicho que es absolutamente legítimo que Pedro Sánchez convoque elecciones en mayo del año próximo, coincidiendo con las autonómicas, locales y europeas. Siete urnas para siete hermanos. Pero ha dicho también que no tendría un pase que Clavijo adelantara las elecciones en Canarias. !Qué gracia tiene ese hombre!

Tenemos la sensación de que España -y Canarias- necesita una pasada por las urnas. Que las elecciones van a ser una catarsis democrática en la que, una vez escuchado el sentir del pueblo, todo se reseteará para empezar de cero. Pero es una falacia. El ordenador no está bloqueado por un problema de memoria, sino por un virus. Apagarlo y encenderlo, el remedio universal que aplicamos los usuarios de medio pelo, no lo arreglará. A la vuelta de las próximas elecciones, sean cuando sean, los fantasmas que nos agobian seguirán siendo exactamente los mismos: la fractura social, la quiebra del respeto, las tensiones separatistas, el guerracivilismo, la demagogia, el populismo... Todo eso estará ahí cuando despertemos del sueño electoral, como el dinosaurio de Monterroso.

En este desierto de la razón, las elecciones son un espejismo. El recambio es igual que la pieza original. El darwinismo político ha seleccionado a la mediocridad frente al talento. Nos encaminamos hacia una estación de tránsito hacia la misma confusión por la que viajamos. Tal vez para que todo cambie hace falta que apuremos hasta la última gota el amargo cáliz del desencuentro. Pero ya dijo Murphy que cuando algo puede salir mal, saldrá mal. Y eso que no era español.