Cuando alguna sesuda autoridad dice que no nos preocupemos porque el "brexit" no va a tener efectos perniciosos para los canarios me pasa como cuando era pequeño y me llevaban a un señor llamado "practicante". Que yo no sé exactamente qué practicaba, pero era el que ponía las inyecciones. El tipo, mientras sacaba una aguja que parecía una banderilla en La Maestranza, indefectiblemente te decía: "No te preocupes, no te va a doler". Y en ese momento empezabas a sudar, porque ya sabías que te iba a doler la yema de uno y la clara del otro.

Poca gente se ha leído las casi seiscientas páginas donde se concreta el divorcio de Gran Bretaña de la Unión Europea. Pero como todos los divorcios, es un mal asunto para el que se va y para el que se queda con la casa. Nadie gana, pierden todos. Y además se puede poner peor, porque el Parlamento británico tiene que aprobar el texto y ahora mismo no parece que esté por la faena.

La salida de los británicos de la Unión Europea va a significar un montón de cosas. Todas malas, de momento. Va a suponer que tras un régimen transitorio, los comunitarios que están trabajando allí verán cómo se les complica la estancia. Y que el presupuesto de la Comunidad va a perder la aportación de miles de millones de un poderoso socio. Y que habrá aranceles aduaneros a las producciones agrarias de Canarias con destino al mercado británico. Y que la libra podría sufrir un nuevo descenso en su paridad con el euro, con lo que los turistas británicos podrían elegir países donde la moneda les sea más favorable que la nuestra. Y que la entrada de los turistas y sus equipajes por nuestros aeropuertos se convierta en un suplicio.

Todo eso y algunas cosas más es lo que nos puede esperar a causa de la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea.

Como dice Serrat, ese poeta enorme, no es más triste la verdad, lo que no tiene es remedio. Y el "brexit" no lo tiene. Tendremos que apechugar con lo que venga. Es sensato que se haya pedido una comisión Canarias-Estado para conocer de primera mano todas las repercusiones. Sobre todo porque es un hecho manifiesto que últimamente al Estado parece que le estamos importando un higo. A la cumbre de las Regiones Ultraperiféricas celebrada en Canarias, a la que vino el rey Felipe VI, no vino el presidente del Gobierno. Ni ningún ministro. Hubiera sido un buen lugar donde expresar que no se va a consentir que los más débiles paguen el pato. Debe ser que no quieren decir mentiras y por eso no vinieron. Porque lo vamos a pagar. Y mientras todos se preocupan por Gibraltar -un territorio de otro país- nadie recuerda a Canarias que no es británica porque no damos ni una. Ya saben. No dejamos entrar a Nelson y dejamos salir a Franco.