Parece que no existe una fórmula que termine, de una vez por todas, con el colonialismo que aún sobrevuela nuestra tierra. Últimamente, han sucedido algunos episodios que así lo corroboran. Hablamos del trato especial que reciben otras comunidades continentales europeas. Como el Archipiélago canario continúa cerca de África, a los godos encorbatados les interesa mucho más tener contentos y satisfechos a catalanes y vascos, aunque entre estos militen independentistas, terroristas y algún impresentable sin educación que en el Parlamento, no en un bar, obligó a la presidenta a expulsarlo del hemiciclo. Nos negamos aquí a escribir su nombre ni el de su grupo. Al ministro Borrell lo llamó fascista un golpista catalán, sin que los de su partido, el PSOE, demostraran una defensa entusiasta. Y es que los presupuestos supeditan mucho.

Con la aprobación del nuevo Estatuto y el REF, Canarias, por fin, se ha visto envuelta en su capacidad de gestionar su propio futuro y su autogobierno. Claro que, dentro del escepticismo más benévolo, es difícil de creer en un futuro cercano arropado por los colores azul, blanco y amarillo. Sin ir más lejos, el presidente de España (no puede viajar sino en reactores) estuvo por Canarias, más concretamente en Lanzarote, arrinconando al presidente canario y al Cabildo conejero. Sin embargo, va a Barcelona y se abraza con Torra. Hay categorías, amigos. Sobre todo cuando se barajan unos dineros que, incluso, pueden afectar a Canarias. Rosa Dávila dice que positivamente. Lo dudamos. En las tres últimas legislaturas, el déficit de inversión del Estado en Canarias se acerca a los 3.500 millones de euros. Cataluña, que se ha enfrentado abiertamente al Estado español, tiene una financiación prevista de 18.000 millones, además de lo que quieran, como indultos por doquier. La retirada del juez Marchena de la presidencia del Supremo, tras los wasap de Cosidó, y otro juez de la Audiencia de Barcelona que le sigue y descarta su candidatura, a los secesionistas se les ponen las cosas feas, aunque ya buscarán otros atajos.

Mientras, el litoral de Santa Cruz acoge una espléndida noticia ya que después de ¡18 años! de dilaciones por parte de Costas, el Plan Especial de Valleseco ha recibido el visto bueno de la Autoridad Portuaria. Pero no nos precipitemos tirando voladores de los Hermanos Toste al aire. Y es que, ahora, el documento se remite a la Gerencia de Urbanismo, ejemplo de eficiencia, para su aprobación definitiva. La Dirección de Costas, a la que todos los chicharreros debemos estar agradecidos por sus magníficas diligencias, ha dado su plácet godo no sin antes solicitar algunos cambios en el documento. Su sello debe quedar en los archivos municipales. Habrá que esperar a un acuerdo entre administraciones. Y eso es harto difícil. Sugerimos al alcalde Bermúdez un exhaustivo seguimiento de todos estos ofrecimientos, pues hay mucho mar de intereses godos y olvidos de por medio.

Como las promesas se las lleva el viento, permitan nuestros pacientes lectores que dudemos de la ampliación de la depuradora de Santa Cruz de Tenerife, que fue adjudicada por el Estado por 20 millones de euros. Es decir, el ayuntamiento consiguió, después de años de batallas, obtener vertido cero de aguas residuales sin tratar al mar. ¿Dónde están las perras? Todo depende, por supuesto, de Madrid y los convenios incumplidos. Costas, carreteras (¡cuidado con los 2.000 millones prometidos la pasada semana en el convenio de carreteras!), aguas, rehabilitación de infraestructuras turísticas, transporte de mercancías y pasajeros, sanidad, educación, plan de Empleo? Todo llega desde la capital del Reino de las Españas. Seguimos colonizados. Pero como somos más modositos?

Aunque Tenerife tiene un enemigo más potente que Costas. Este lleva las siglas de AENA, que describe a Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea. Controla todas las ganancias que se producen en las terminales de España y las distribuye a su antojo o al de algún político. Recordemos las distintas instalaciones sin servicio repartidas por la geografía nacional. No es el caso de Canarias, que produce pingües beneficios, pero que, sin embargo, se destinan, por ejemplo, a Madrid (3.000 millones de euros), o a Mallorca (300 millones). Aquí, por el contrario, se niega, desde un despacho enmoquetado de la capital de España, la segunda pista en el Tenerife-Sur y la construcción de una nueva terminal. Sin ruborizarse, aportan, como solución, que se unan los dos edificios actuales por medio de una especie de pasarela. Es decir, estos ilustres ineptos certifican una horrorosa chapuza en uno de los aeropuertos al que más visitantes llegan y de los que más dineros reportan a los callados accionistas. En Canarias disfrutamos de una eficaz y atractiva delegada del Gobierno, así como subdelegados que podrían informar a sus jefes de Madrid de las terribles carencias de la terminal del Sur de Tenerife. No costaría esfuerzo alguno. Solo un par de genuflexiones. El rey Felipe VI afirmó, en Las Palmas de Gran Canaria, que la ultraperiferia (nosotros) es una política de Estado. Ni uno de los godos y godas que conforman el Gobierno estatal estuvieron en el acto. Magnífico.