No voy a convertirme en un analista político que desgrane por qué VOX entró y de qué manera lo ha hecho en el Parlamento andaluz. Pero lo único cierto es que lo han hecho porque los partidos tradicionales han llevado al hartazgo al ciudadano de a pie. Y si ellos están en el campo, de alguna manera van a tocar la pelota. Los socialistas, reyes de Andalucía durante los últimos casi cuarenta años, son los máximos responsables de la aparición de un partido de ultraderecha. Pero lo que es para alucinar es el terror que vaticinan ahora los socialistas, que es el mismo que anunciaban sobre Podemos y Pablo Iglesias, con el que ahora pactan sin que se les ponga la cara colorada. No querían sopa: pues venga, dos tazas. En un país de escupitajos, odio en las Cortes Generales y desvergüenza política generalizada, lo más fácil es que los extremos políticos hagan su aparición. Y aunque los socialistas se hayan quedado tuertos del ojo izquierdo, Podemos es tan peligroso, o más, que VOX.

La mediocridad política, las formas de enfrentarse, hasta las formas de vestirse para acudir a las cámaras que nos representan y la canchanchanería generalizada, son los causantes de que la radicalidad entre en nuestra política. Y entrarán ya en las elecciones madrileñas, por tierra, mar y aire. El domingo ver a Ferreras en La Sexta era de coña. Daba toda la impresión de que VOX era el diablo con cuernos, mientras que Podemos era la Santísima Trinidad. Decía Aristóteles que en el centro está la virtud; pero aquí, en nuestra España de escupitajos al centro, que pasan casi inadvertidos, nuestra gente se convierte es un caldo de cultivo en aumento de cara a estos fenómenos y que se va pareciendo a esa Europa que no queremos. Una Unión Europea que acabará harta y votando a cualquier Maduro que reviente el país. O los más centrados se ponen las pilas, o nos vamos al carajo. Al tiempo.

@JC_Alberto