Pasó de ser una sugerencia atrevida, una apuesta arriesgada o una ocurrencia sin más a convertirse en un clamor. A quienes atacaron la posibilidad y la atacaron abruptamente se les quedó chica la boca y los atrevidos y ocurrentes disputan por decidir quién lo pidió primero. En todo caso, nadie -excluyendo a los inmovilistas sin retorno- niega la posibilidad de una reforma constitucional que permita enfrentar los retos de los nuevos tiempos y las demandas de la nueva sociedad.

Los cuarenta años de la Carta Magna mantuvieron las formas de rigor: jornadas de puertas abiertas para que los españoles se sintieran tribunos de su propia plebe, liturgias solemnes al máximo nivel, muestras documentales y artísticas y, además, suplementos e informativos especiales en los medios. Entre la ampulosidad de reformistas y contrarreformistas aparece una tercera vía que, sin juzgar severamente sus intenciones, no lleva a ninguna parte, porque la reforma pactada como solución es la cuadratura del círculo y la pretensión utópica de conciliar radicales sin propósito de enmienda.

Volví al palacio de la Carrera de San Jerónimo para saludar a un colega que conserva el entusiasmo, pese a su larga ocupación como especialista parlamentario y recorrí una exposición que, tras su estancia en el Congreso, recorrerá las cámaras autonómicas. La muestra recoge cuarenta viñetas que sirven como antídotos a la hipertensión que, en las vísperas navideñas, afecta a la política en general y a una sólida mayoría de sus representantes.

Con la cuarentona norma como protagonista y la reforma como sombra y horizonte, según para quien, en la tormenta de ideas y palabras que provocan la sonrisa, encontramos las gloriosas síntesis de los históricos -Mingote, Gin, El Perich, Krahn, Chumy Chúmez, Máximo, Forges, Elgar- se juntan y se separan, se enfrentan y se concilian con las opiniones dibujadas de Peridis, Fer, Martínmorales, Gallego y Rey, Ricardo Martínez, Sir Cámara, Cabañas, Ops-El Roto, Toni Batllori, Siro, Idígoras y Pachi, Madrigal, José Luis Martín, Carlos Romeu, Sansón, Vergara, Ramón, Caín, Ulises y Zulet, entre otros. El risueño resumen de esta iniciativa promovida por la Asociación de Periodistas Europeos nos lleva a afirmar que, hasta en broma, prima la reforma constitucional.