Pasado el puente de diciembre comienza oficialmente la cuenta atrás hacia las ansiadas Navidades. Pero? ¿son tan ansiadas como creemos estas fechas?

Lo cierto es que la segunda película de ese gruñón pero gracioso monstruito verde, que no soporta la Navidad, nos hace reflexionar un poco: ¿a estas alturas del año estamos todos pensando en qué regalar, qué ponernos y qué hacer de comer o existe un gran número de personas en plena cuenta atrás hacia el primer lunes tras el día de Reyes? ¿Con cuántos "grinchs" convivimos sin darnos cuenta?

Como todo, la época navideña está también sujeta a evaluación, por tanto, y tras evaluaciones exhaustivas, encontramos "Christmas lovers" y auténticos detractores. A nosotros, amantes de los turrones, el champán y los polvorones, eso nos da que pensar? ¿por qué?

Y en los porqués que dan solución a esa pregunta encontramos innumerables razones, algunas con mucha razón?

Por lo general, nuestro vecino "grinch" adquiere su particular color verde por Navidad por dos razones, razones que de la misma forma se podrían aplicar a otras fechas significativas y algo más personales, como podrían ser cumpleaños y/o aniversarios.

En la mayoría de los casos los "grinchs" más jóvenes son aquellos que en su día fueron fieles amantes de la Navidad. Sí, has leído bien, y es que muchas veces generamos unas expectativas ante determinadas circunstancias que son difíciles de cumplir, expectativas poco realistas fomentadas por la magia de la Navidad que se derrumban cual castillos en el aire cuando vemos que la Navidad pasa y no se han cumplido nuestros más ansiosos deseos. Cual coraza o caparazón levantamos un muro que desde el lado realista más negativo nos impide volver a generar ilusiones en torno a estas fechas. A medida que crecemos y nos hacemos mayores tenemos dos opciones, una, darnos cuenta de que hemos exigido demasiado y posicionarnos de manera neutral y, otra, darnos cuenta de que hemos exigido demasiado y enfadarnos aún más porque somos conscientes de que un tema tan inocente como el que esconde la Navidad ha podido con nosotros, en estos casos nos ponemos aún más verdes y acompañamos nuestra desilusión con ideas que hemos madurado tras las visualización de cualquiera de esas campañas publicitarias con toques capitalistas.

Como comentaba, las Navidades no se libran de eso de que "para gustos colores", pero a mi me encantan. Es cierto que podemos optar por ver la realidad más cruda de la fecha en cuestión (tener que ver a familiares a los que no tienes ganas de ver, sentirte en el compromiso de regalar a una persona que poco te importa, etc.) o, simplemente, dejarnos llevar. Con la Navidad me pasa un poco como en Halloween, podemos verla como una acción de marketing muy bien tejida o sumarnos a la magia de la tradición que con el tiempo se ha ido generando. Es verdad que no deberíamos de vernos obligados a regalar un día como San Valentín, que deberíamos dar pruebas de nuestro amor siempre que podamos pero? ¿qué hay de malo en poner una fecha a los más olvidadizos? ¿Qué hay de malo en poner una fecha para que nos reunamos con nuestros familiares disfrutando de ellos en una sobremesa abarrotada de sidra y polvorones? ¿Por qué no dejarnos llevar? ¿Qué hay de malo en ello?

Los "grinchs" más adultos, a diferencia de nuestro primer tipo de "grinch", tienen argumentos apoyados en sentimientos y no tanto argumentos racionales. El "grinch" más adulto rehusa estas fechas en la mayoría de los casos por vacíos que ya no se pueden llenar. Vacíos ocasionados por pérdidas, pérdidas cercanas o pérdidas de las que ya ha pasado mucho tiempo pero, sin lugar a dudas, grandes pérdidas.

¿Qué hacer frente a eso?

Estos casos son de esos que nos imaginamos cuando hablamos de razones de peso? ¿Quién no puede llegar a entender a ese amigo que prefiere irse de viaje y desaparecer en estas fechas para no tener así oportunidad de recordar, oportunidad de echar de menos (oportunidad entre comillas, claro)?

A ellos no deberemos de enfrentarnos nunca, no deberemos de forzarlos, simplemente deberemos dejarles claro que estamos ahí. Hacerles ver que tienen gente alrededor que se preocupan por ellos y que cuando ellos estén preparados nosotros tendremos a mano el jersey con la nariz roja de Rudolph para que se cambien ese jersey verde que tan mal le sienta.

¿Por qué hablar de los detractores de la Navidad en vez de lo bonita y mágica que es ésta?

Pues porque existen, porque nos hace gracia verlos caracterizados en la pantalla a través del humor y la exageración, pero debemos ser conscientes de que no se trata de una postura fácil y que por eso mismo debemos, primero, detectarla y, después, respetarla. Solo así, con apoyo y respeto lograremos que ellos se sientan más cómodos y que poco a poco vuelvan a valerse de la magia de la Navidad de una forma positiva.

Pocas veces forzar las cosas nos aporta la mejor solución, y en este caso menos aún.

Por mi parte, solo me queda desearles lo mejor, tanto si pretenden pasar las fiestas junto a sus seres queridos como si aprovechan los festivos para escapar a algún lugar perdido en la fría Europa del invierno? ¡Felices Fiestas!

*Psicóloga y Terapeuta

http://anaortizpsicologa.blogspot.com.es