Es, al entender popular, consecuencia del esfuerzo inútil. Se manifiesta como una "tristeza vaga, profunda, sosegada (?)". Eso es lo que siento, poniéndome en lugar de otro, en más ocasiones de las que querría. Y me explicaré.

La Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife (RSEAPT) está constituida en estos momentos por más cuatrocientos miembros. La mayoría de ellos con una alta cualificación profesional y académica. La Junta de Gobierno, en consonancia con los objetivos de la entidad, plasmados en los estatutos desde su origen, viene ofreciendo unos ciclos de conferencias prácticamente todas las semanas. A lo largo de este año han abarcado, entre otros, temas como el "Mundo Agrario Canario"; "Homenaje a Agustín de Betancourt y Molina"; "Sobre lo Público" con intervención de ponentes de todo el espectro político; "Estatuto de Autonomía de Canarias"; "Régimen Económico y Fiscal" (REF); "Historia Económica de Canarias"; "Financiación de las Comunidades Autonómicas". Este último ciclo acaba de desarrollarse esta semana.

Los ciclos dedicados a la Economía y Financiación han sido coordinados por un afectivo e insigne personaje de la disciplina económica en el ámbito canario: don José Luis Rivero Cevallos. Ciclos que han traído hasta la sala de la RSEAPT a conferenciantes de gran conocimiento y experiencia, tanto de nuestro Archipiélago como de la Península.

Expuesto lo anterior, que son acciones que requieren un notable esfuerzo de preparación y compromiso con los conferenciantes y, además, con la carga de ilusión que supone el tratar de expandir el conocimiento que esas personas poseen a nuestra sociedad, vengo a tratar lo que para mí es preocupante: La RSEAPT, además de tener más de cuatrocientos socios, está ubicada en la ciudad universitaria de La Laguna, y me produce aquella melancolía que decía al principio, cuando no dolor, ver que a tan importantes conferencias asistimos ocho, diez o doce personas (incluidos miembros de la junta de gobierno). Es decepcionante, tanto por la imagen que se ofrece ante el conferenciante de turno como por la desidia, abulia, desinterés que nuestra sociedad muestra.

Tal parece que todo es ya conocido, que no precisamos de más información y conocimiento. Somos así de vacuos. Eso sí, la sala se llena en la festividad de San Carlos Borromeo, no sé yo si porque hay un piscolabis después, o cuando se trae a algún "político de campanillas" como casi seguro ocurrirá el próximo lunes con la presencia de don Javier Solana. Que lástima. Así somos. Así nos va.