Pues sí. Me encanta envolverme en tiempos pasados y en cómo viví mi juventud, pues es fundamental para que los jóvenes de hoy entiendan cómo se ha llegado a la situación actual.

En un comentario anterior hablé de cómo vivió mi familia la dictadura, resumiendo que para nosotros no fue tan mala. A cuenta de esto recibí varios correos atestiguando que estaban de acuerdo, y agradezco especialmente a Eladio Frías Tejera sus amables y cariñosas palabras. Pero una respuesta en particular me tildó de nostálgico, añadiendo además algún improperio que no merece ser nombrado. Si me vuelve a leer hoy podrá seguir con sus insultos, pues le envío más recaditos, ya que volver sobre lo mismo, en esta etapa convulsa que estamos viviendo, solo lleva desgraciadamente a lo que en varias ocasiones he afirmado, que todo empezó por Cataluña y que vuelve a haber un enfrentamiento entre hermanos.

Soy nostálgico porque tengo recuerdos perennes de mis padres, verdaderos colosos, y también de mis suegros. Echo en falta a mis hermanos mayores, en especial a mi tata y hermana, Carmen. Este año no podremos reunirnos los que quedamos, pues la edad y las enfermedades no nos perdonan. Evoco mi niñez y juventud, porque a pesar de las carencias, fuimos felices. Nunca se preguntó qué hay para merendar, porque la respuesta era la misma, medio chusco de pan sin miga, cuyo hueco lo ocupaba un chorro de aceite de oliva con sal y, si había, azúcar. Hoy las neveras y alacenas están llenas de fruta, chacinas, pan, galletas y chocolate, y aún así los niños dan un portazo y afirman sin pudor que ¡no hay nada!

Mientras España salía de la terrible contienda, la gente se puso a trabajar y poco a poco se alcanzó el progreso. De política no se debatía porque nadie le prestaba atención, pues lo importante era sacar adelante a tu familia y disfrutar de los entretenimientos que disponíamos, fútbol, música, teatro, cine... Los amigos que tenían la suerte de acudir a un estreno, narraban las películas con tanto esmero y detalle que parecía que ya las habías visto, así que ir al cine los sábados era un acontecimiento para el que vestías con lo mejor de tu armario. La sociedad era mucho más igualitaria que ahora, notabas el progreso según la calidad de su ropa. No existía temor de salir a la calle. En La Higuerita, donde vivíamos, ibas a buscar a un amigo para salir y cuando tocabas en la puerta alguien al fondo de la casa tras preguntar, te invitaba a pasar; contestabas Paz, tirabas de la soga que estaba amarrada al fechillo y entrabas. Las casas no tenían rejas ni verjas ni vallas ni alarmas. Mi hermana la mayor a veces hacía horas extraordinarias y llegaba tarde, y desde la parada de guagua hasta casa había un largo trecho en el que nunca tuvo un incidente.

El país y la población creció, y el Gobierno invirtió en industrialización, grandes obras hidráulicas, pantanos, residencias sanitarias, colegios, viviendas protegidas? En Tenerife se construyeron barrios enteros para familias con necesidades, pero era la clase media la que tiraba del carro de la economía del país, con orden y sobre todo con mucha tranquilidad. Avanzamos y progresamos porque todos nos pusimos al tajo, pero también había diversión en las sociedades culturales y recreativas, en fiestas especiales que las directivas organizaban. En el Recreo la juventud se lo pasó pipa en los bailes del estampado, los fines de año, las fiestas de mayo? En aquel lugar de encuentro se formalizaron muchos matrimonios que siguen juntos, y cuyos descendientes están separados. De allí también salieron conocidos que se dedicaron a la política altruistamente por amor a su barrio o calle. Muchos amigos en el recuerdo: Romerito, Lázaro Dorta, Luciano Lemus, Marcos Pérez Aldana, Ernesto de la Rosa y tantos otros.

Y entonces llegó la democracia y, según ellos, la libertad. Un grupo de prohombres redactó la Constitución que acaba de cumplir 40 años y que las nuevas generaciones se quieren cargar. Vivimos en un país dividido en 17 nacionalidades, a cual más exigente, y algunas separatistas. Por eso muchos afirmamos que con Franco se vivía mejor, trabajábamos y pagábamos los impuestos justos. Ahora te cobran hasta el aire que respiras.

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