Los gobiernos españoles han descubierto las excelencias que subyacen en el sufrimiento. Como esos masoquistas encapuchados que después de tanto azotarse la espalda le terminan cogiendo el gustito. Cuando los presupuestos generales del Estado empezaron a convertirse en un martirio político, con negociaciones que se eternizaban y mayorías imposibles, las cuentas empezaron a aprobarse muy tarde y muy malamente. Las de este año, por ejemplo, la sancionaron sus señorías con cholas y bañador, en junio pasado.

Pero esto de los retrasos es la excusa perfecta para aplicar la política del Árbol Público. No sé si ustedes la conocen: hay una especie de abeto en cuya cúspide en vez de la estrella de Navidad hay un pájaro gordo y satisfecho. Debajo de él, en la rama inferior, hay otros dos. Y debajo, en la siguiente rama, cuatro. Y así vas descendiendo de rama en rama, aumentando el número de avechuchos, hasta llegar a la última rama de abajo, donde está un gran número de ellos. El pájaro de arriba defeca en los que tiene debajo y éstos a su vez en los que están más abajo y así hasta llegar a los últimos. El primer plumífero está sonriente e impoluto, los otros un poco manchados y conforme vas bajando la cantidad de excrementos es cada vez mayor hasta llegar a la última rama -los ciudadanos- que están tan llenos de mierda que solo se les ven los ojos.

Siguiendo esa ley gravitatoria, el orondo pájaro de arriba ha descubierto que le puede complicar mucho la vida a las comunidades autónomas -fuentes de gasto- transfiriéndole fondos lo más tarde posible. La estrategia es remolonear lo indecible estirando el chicle de las transferencias hasta el infinito y más allá. Y una vez que las comunidades no se hayan podido gastar el dinero, exigir que se devuelva incluso con intereses. En el asunto de las inversiones en carreteras, por ejemplo, estamos a 18 de diciembre y aún ni se ha firmado el convenio con Canarias. Ni se le espera. Y estamos hablando de un dinero que tendría que haber venido a lo largo de este año que va a terminar.

La reprobada consejera de Asuntos Sociales, Cristina Valido, anda razonablemente encochinada. Resulta que el Gobierno de Madrizzz ha paralizado 30 millones que iba a mandar a Canarias para la lucha contra la pobreza porque ni el Gobierno ni los ayuntamientos de las Islas gastaron la totalidad del dinero que recibieron el año pasado. Y no se lo gastaron, básicamente, porque se lo enviaron tarde.

A mí que nos vacilen con los 450 millones de los convenios de este año, que siguen colgados de la brocha... ¡qué quieren que les diga! Me parece mal. Pero si somos imbéciles y les reímos las gracias igual hasta nos lo merecemos. Ahora, cualquier dinero en cuyo destino figure la palabra "pobreza" debería tomarse muy en serio. Mucho. Como se toma uno en serio a la madre que lo parió.