Así como de Francisco deviene Paco; de José deviene Pepe; de Pedro deviene Perico. Gramaticalmente esto es un "hipocorístico", que en definición del DRAE es: "Dícese de los nombres que en forma diminutiva, abreviada o infantil se usan como designaciones cariñosas, familiares o eufemísticas". O sea, no es un insulto. Todos los aficionados al deporte, especialmente al ciclismo, tenemos presente a Perico Delgado, aunque por sus merecimientos y edad sea don Pedro Delgado. Pues eso.

Nosotros, los españoles, supongo que incluidos los "catalonios" que no quieren serlo, tenemos la suerte, buena o mala, de tener a un Perico en la Presidencia del Gobierno. Yo creo que mala, pero es una apreciación muy personal que no pretende imponerse. Creo no ser de la actitud de Perico y sus ministra/os que pretenden hacernos comulgar (aunque este acto no sea de su condición) con ruedas de molino. Así, el estadista Perico lo es tanto que todo es cuestión de Estado menos lo que sí es. Es cuestión de Estado, no solo cuestión sino secreto de Estado, el coste de su desplazamiento para asistir a un concierto en Benicasim; es secreto de Estado el coste de su desplazamiento para asistir a la boda de un cuñado. Perico es todo un cuñadísimo; cosa de familia. No la de Corleone, sino de familia a la mejor usanza.

Este Perico nuestro es el de la tesis doctoral en el ámbito de la Economía que parece estar hecha con la mayor "economía de esfuerzo": trabajos incluidos en la misma que no son de su autoría, que no ha tenido que estrujarse el cerebro para obtener resultado. El resultado le ha venido dado.

Este Perico nuestro, porque indudablemente es nuestro aunque lo hayan puesto en La Moncloa, además de sus 84 diputados, una suerte de independentistas y proetarras con nacionalistas de toda mala suerte, es quien se desdice de una u otra aseveración sin solución de continuidad. Lo verdaderamente importante es la imagen que pueda proyectar en el momento, no las consecuencias para quienes sufrimos su Gobierno. Otros hay que gozan de él: una pleyade de enchufados aquí, allá, acullá. Claro que esto no es actitud exclusiva de Perico; es un desajuste del sistema que otros parecían querer solucionar y? tampoco. Es un plagio (miren por donde ha salido la palabreja) de los tiempos de Cánovas y Sagasta.

Y a todo esto, su ayudante de campo y playa, la señora Calvo, soltando disparates cada vez que habla (se cubrió de gloria en el pasado con aquello de "el dinero público no es de nadie") y que me cuesta creer que se corresponda con su formación cultural. Más bien creo son susceptibles de una práctica trilera con la que liarnos. En fin, en estas manos, y mentes, estamos.