TABLA 1 Evolución de la Superficie cultivada y Agricultores

Año Secano Regadío Camp. Asal. Autó.

1960 143.500 31.800 73.114 117.460

1970 94.200 26.500 41.655 82.469

1980 36.000 37.000 Sin datos Sin datos

2018 15.500 35.000 17.139 4.784

"Los activos canarios han pasado de significar el 36% en 1960 a menos del 3% en el año 2018".

Leer los datos sobre la población activa y el sector agrario en Canarias pone bajo lupa una crisis muy seria, ya que el recurso del suelo cultivado y el medioambiente lo dejamos sin gestores. No digamos la fragilidad en la dependencia de alimentos del exterior, unido a la separación entre la población y el medio en un territorio insular, en el que la mayoría de los casos nuestra población fue domesticando la naturaleza , incorporando plantas y animales al medio isleño, desde el pastoreo a la domesticación de las plantas tropicales o templadas, tanto en medios húmedos como en suelos pobres o carentes de humedad, desde El Hierro a Lanzarote, desde las batatas tropicales a los castaños y nogales.

El cuadro anterior sobre la población activa en Canarias nos da una lectura preocupante: asumir que el campo canario lo gestionan menos de 30.000 personas, aunque también contemos con que hay una población de fin de semana y pensionistas, jugando cierto papel en la realidad social de las Islas. Sin embargo, la pérdida de superficie labrada es contundente, hemos pasado de más de 150.000 hectáreas en 1960, a situarnos en unas pírricas 45.000 en 2018, con la desaparición de los secanos en las Islas, quedando como cultivo sin riego unos campos de viña y un porcentaje reducido de papas, complementado con algo de cereal.

Hemos de tener presente que gran parte de los terrenos sin cultivos acaban siendo matorrales en muchos de los casos, lo que conlleva problemas serios en cuanto a la generación de incendios, y para la conservación de nuestros bienes forestales. En el caso de la superficie forestal, tenemos la mayor masa de vegetación en muchos años, superando las 135.000 hectáreas, es decir, un espacio como la isla de Tamarán o más del doble de La Palma.

Superficie carente de gestores, ya que la plantilla para la gestión forestal no alcanza los 1.700 operarios, mientras se está perdiendo gran parte de la actividad complementaria que ayuda y tiene un gran papel en la gestión y limpieza del monte, como es la agricultura, la ganadería, o en otros casos con la labor de pastoreo, que ayuda retirando vegetación en los entornos forestales.

Los activos agrarios y la superficie cultivada nos obligan con urgencia a una lectura que proponga, en el plano económico educativo, medidas que estimulan la incorporación de jóvenes al medio rural. En el pasado año se han incorporado tres centenares de jóvenes, con apoyo económico por parte de la Consejería de Agricultura, pero sigue siendo urgente la incorporación de nuevos equipos humanos, con ilusión y compromiso, con garantías para los productos locales y donde la economía, para los que hacen surcos, tenga también una valoración positiva por parte de la sociedad, que dignifique el trabajo, el esfuerzo, lo pequeño, lo local.

Leer lo que ocurre en nuestros pueblos es preocupante. Ver las contradicciones entre los altos niveles de jóvenes desempleados que solicitan ayuda a los bancos de alimentos, mientras muchas tierras están abandonadas; o la contratación temporal e insuficiente de cuadrillas mediante convenios, donde supuestamente se contrata a peones agrícolas, pero el trabajo que hacen es de barrenderos. Mientras, se extiende el rabo de gato en las tierras balutas, quedando los campos intransitables cubiertos de zarzas. También traemos papas de importación, manzanas, pienso para perros y gatos, mientras nuestro campo se queda sin campesinos.

Leamos el cuadro de los activos agrarios, está en nuestras manos cambiarlo. La defensa del campo y la agricultura no es cosa de drones, sino de campesinos.