En Madrid -ahora también en Tenerife- hay un establecimiento que vende todo tipo de bocadillos y sándwiches llamado "Rodilla". Supongo que más de una persona de los que hoy esté leyendo este artículo ha probado estos bocadillos. Incluso alguno puede estar leyéndolo mientras disfruta de la idiosincrásica estampa del periódico en mano, mientras saborea el desayuno dominical.

Hace ya un tiempo montaron un bonito espacio en la terminal de salidas de la T2, justo frente a la puerta D54 del Aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid. En este espacio gastronómico, de nuestro principal aeropuerto nacional, anuncian en un discreto letrero que la empresa fue creada en 1939. Esta fecha, quizá a mucha gente joven y no tan joven, no le signifique nada. Este año es muy significativo en nuestra historia, porque fue precisamente cuando terminó la sangrienta guerra civil en España. Un bárbaro conflicto que dejó miseria, destrucción, pobreza, muerte, desanimo, angustia y un país arruinado. El 1 de abril de 1939, el dictador Francisco Franco anunció su último parte de guerra.

Mientras tanto, en Madrid, Antonio Rodilla abría un negocio de charcutería en la plaza de Callao y se aventuraba a emprender, justo en el peor momento. Su idea de charcutería no le funcionó muy bien, pero de una debilidad de su negocio creó una fortaleza y con el sobrante de los embutidos hacía bocadillos a precios muy económicos, accesibles a casi todo el mundo en esa época postguerra.

Quizás el propietario de "Rodilla" estaba esperando que pasara este amargo momento de nuestra historia para emprender, para poner en marcha una idea, para lanzarse, para generar riqueza y para poner su grano de arena en un país donde, en el año 1939 sus habitantes, cansados de tanto dolor, pensarían en cualquier cosa menos en emprender. Como si se tratase de un fiel reflejo del progreso, de nuevos aires y bocanadas de ilusión, con ideas frescas y demostrando ganas por avanzar y así olvidar tiempos pasados.

En el año 1939 se estaban contando aún los vencedores y los vencidos, se ajustaban cuentas y se seguía hablando de bandos y frentes. Se comenzaba una represión terrible y espeluznante que duraría décadas.

Yo supongo que al autor de la idea de "Rodilla", un joven salmantino que sabía de charcutería por lo vivido en las matanzas del cerdo en su Salamanca natal, donde oyó tantas veces que "del cerdo se aprovecha todo", tampoco le apetecería mucho poner en marcha este negocio. Mucho menos en la capital de un país polarizado, pero "había que salir de esa terrible pesadilla". Me lo imagino plantado en pleno centro de Madrid, recordando escenas terroríficas que habían acontecido en ese mismo escenario donde estaba montando su local de bocadillos variados. Me lo imagino luchando contra "viento y marea" -más viento que marea-, en una capital de un país agotado donde media nación desconfiaba de la otra media.

También mi mente vuela y me imagino cómo sería conseguir los insumos y embutidos para poder dar una atención y variedad al público de la época. Me imagino los sacrificios que tendría que pasar investigando dónde adquirir los productos necesarios para el buen servicio. Los arriesgados y temerarios viajes a la entonces "Castilla la Vieja", recorriendo caminos poco transitados para llegar hasta Madrid con la mercancía a salvo. Me imagino los sustos y disgustos que tuvo que pasar Antonio para poder sacar adelante su proyecto emprendedor. Todo esto sucedía mientras en España se instalaban las cartillas de racionamiento para poder mitigar el hambre de 1939 y que países como Argentina o Brasil, entre otros, auxiliaran a una población atenazada por la falta de comida.

Sin duda, fueron cuantiosas las dificultades que tuvieron que ir sorteando hasta llegar el día feliz donde colocaron en el Aeropuerto Adolfo Súarez T2 de Madrid el letrero: "Rodilla (1939-2014)" y que yo leí esperando un vuelo que me traería a Tenerife donde siempre regresamos.

Mientras estaba en la cola del embarque me imaginé las luchas, sacrificios, batallas, desvelos que debieron vencer para llegar, para instalarse, para trazarse el camino. Para convertir una idea en un modelo de negocio.

Yo, evidentemente, no conozco a él o los propietarios de "Rodilla". No sé si es una empresa familiar. Si tiene consejo de administración, si cotiza en bolsa, si tiene redes sociales. No conozco a Antonio Rodilla, pero intentaré documentarme, por curiosidad, aunque creo que en el año 1939, después de finalizada la guerra civil española, quien tuvo la idea de crear "Rodilla" creyó firmemente en su idea y consiguió una razón y un motivo para llevarla a cabo. Quizá se diferenció, dejó de lamentarse y se ilusionó al máximo.

Me lo imagino rodeado de gente competente e ilusionada como él. Lo visualizo en un equipo que creía firmemente en su idea y que desde estos bocadillos, que hacía con las sobras de los embutidos, quiso cambiar el destino de muchas cosas. Pese a los grandes inconvenientes encontró motivos para hacerlo. Decidió cambiar y no conformarse con una cartilla de racionamiento y una permanente vigilancia.

Creo firmemente que si la persona que tuvo la idea de "''Rodilla'', tiendas especializadas en bocadillos y sándwich de todo tipo" pudo llevar a cabo su proyecto después de la terrible guerra civil española, nosotros también podemos lograr nuestros objetivos y metas. Quizá deberíamos hacer como Antonio Rodilla e ilusionarnos todos los días. Trabajar sin descanso, creer en nuestro sueño, luchar, enamorarnos de lo que hacemos y rodearnos de buenas personas. Y sobre todo "creer".

Y es que hoy, sin conocerlo, desearía rendir un testimonio de gratitud a "Rodilla", que fue fundada a los meses de finalizar nuestra cruenta guerra vivil y que supo conseguir el objetivo. Habrá muchísimas más historias como esta, miles en toda España.

Esta historia me la inspira la hora y media de espera en la puerta D54 con destino a Tenerife Norte y que tuve todo el tiempo frente a mí, el letrero que decía "Rodilla, (1939-2014)".

Ya cuando vuelva a Madrid, a su establecimiento en la plaza de Callao, entraré y pediré un sándwich de atún con nueces. Miraré al empleado y pensaré que, para que él ahora esté ahí, han pasado muchos años y se han sucedido miles de historias porque, "Rodilla" fue fundada en 1939.

*Vicepresidente y consejero de Desarrollo Económico del Cabildo de Tenerife