La política no se puede convertir en una asamblea. No se puede andar preguntando a los ciudadanos por asuntos trascendentales sobre los que no tienen (tenemos) ni pajolera idea. Preguntar al pueblo por todo no es un acto de democracia, es, sencillamente, un disparate. Para eso confiamos en los representantes políticos legalmente elegidos. O ya me contarán ustedes qué conocimiento de las consecuencia del "brexit" va a tener un inglesito de East Grinstead: ninguno, efectivamente. Theresa May está recogiendo las bombas lapa y la histórica metedura de pata de su antecesor, David Cameron, que buscando la popularidad de Diana de Gales o en medio de un vahído, no se le ocurrió otra cosa que convocar un referéndum sobre si querían al Reino Unido dentro o fuera de Europa. Y el resultado fue de lo más incierto porque fue un casi 50%-50%. Y ahora viene el drama; un drama que debería estudiarse en los manuales del grado de política.

Además, los ingleses son en sus representantes unos histriónicos. A mí el ver esa Cámara de los Comunes, con esa gente y esas pintas de pie y gritándose como si no hubiera un mañana, me corta la respiración. Y resulta que a Canarias viene uno de cada tres turistas. O venían. Ahora las condiciones que Europa le pretende poner al Reino Unido son leoninas y yo me alegro a pesar de que venir a veranear a Canarias, por ejemplo, será un lujo para los ingleses. Todo se encarecerá por un voto favorable al "brexit" que tuvo que ver más con el histérico grito patrio de insensatos, que con la sabiduría de lo que les iba a ocurrir. Inglaterra se quedará aislada, y a ver cómo recomponemos el turismo canario con la primavera árabe saliendo del caos y el "brexit" dándonos patadas en el trasero. ¡Mi Madre Santísima!

@JC_Alberto