En los años 70 del siglo pasado surgió en la Universidad de Deusto un grupo de filósofos cuya figura eminente era Ortiz-Osés, vinculado al Círculo de Eranos (fundado por Jung, por donde pasaron Gershom Scholem, George Steiner, Gianni Vattimo entre otros), dedicado a la antropología hermenéutica.

Ortiz-Osés, con esa "antropología del sentido" sirviéndose de determinados símbolos, mitos, representaciones, dio forma a una particularidad familiar/social y simbólica subyacente en el inconsciente colectivo vasco. Del País vasco siempre se ha dicho que era un matriarcado, por la preponderancia en la administración familiar y dominio simbólico que tiene la mujer-madre. Este grupo conectó con la comunidad científica internacional: Círculo Eranos, Alain Verjat, Franz K. Mayr. Autores a los que descubrí en la librería El Escribidor (de Fernando Senante y Antonio Vizcaya) aquí en Santa Cruz.

Ortiz-Osés defendía un doble esquema cultural: uno, el triple vínculo entre el matriarcalismo (que no matriarcado: puro no existe), naturalismo (representación poderes naturales) y de su mano el comunalismo (la disposición colaborativa y solidaridad grupal) que a los vascos les iba como anillo al dedo. Otro, en contraposición al anterior, era la tríada: patriarcalismo/culturalismo/individualismo. Lo que hoy para la "Weltanschauung" feminista merecería un dictamen estudiado: facha, violador, cómplice.

Las sociedades matriarcalistas provenían de la cultura minoico-micénica y el culto a las grandes diosas cretenses con sus hijos-héroes (como los "luchadores vascos"), justo tras los dioses. La viabilidad antropológica y de sentido de esas teorizaciones no gustó nada a los núcleos intelectuales de izquierda y liberales vascos en lucha contra el nacionalismo, porque veían en ello una legitimidad hermenéutica del nacionalismo identitario.

De jóvenes leímos a Engels, supimos de Morgan y Bachofen y llegamos a creernos el común origen del Estado y la propiedad a costa del matriarcado primigenio. Luego descubrimos que no pasaban de elucubraciones neblinosas del siglo XIX. Entonces leíamos y vivíamos distinto, más de verdad. Pero seguíamos sin noticias del heteropatriarcado, tan redondo, asertivo y contundente como un martillo pilón. En cambio, aparecía muy poco el patriarcado y matriarcado, y mucho lo patrilineal y matrilineal en materia de parentesco. Los antropólogos lo utilizaban mucho.

Ni los filósofos de Deusto, ni Eranos, ni ningún otro científico o filósofo nos habían ofrecido el concepto de heteropatriarcado, mucho menos como dantesco motor del mundo. Wikipedia señala mucho a Alberto Garzón (shock), pero ¡por reiterarlo! Yo apuesto que deriva del "falocentrismo" de Derrida. Teresa Rodríguez (la podemita omeya) ha concebido por su cuenta "matria" y "matriotismo". En plan feria, rebujito, faralaes y palmas. Pura antropología de campo.