Una de las mayores bendiciones que puedes recibir en la vida es tener un buen vecino. Yo puedo decir que afortunadamente siempre he tenido esa bendición. Recuerdo con especial nostalgia los vecinos y vecinas que la vida me ha puesto en el camino. En Vallehermoso, tuvimos a María, Benjamín y sus hijos. Era tanta la buena vecindad que, para que María no tuviese que dar una vuelta grande, mi padre cogió una maza, rompió el muro y quedaron unidos los dos patios como si fuese una unión eterna. Entonces se producía una vida intensa en los patios que en algunas ocasiones he descrito. A la derecha de nuestra casa tuvimos de vecina a Ignacia, que era partera y trajo a la vida a muchos niños y niñas, entre ellos a mí. ¡No me digan que no es una auténtica bendición tener de vecina a una mujer entre cuyas manos comenzaba la vida! Después vino Rosario y su hija Naira y Manolo Llamas, que era el fotógrafo del pueblo. Ignacia nos ayudaba a nacer y Manolo nos inmortalizaba con su cámara de fotos. He sido afortunado.

Ya en Venezuela tuvimos vecinos y vecinas absolutamente mágicos. Dorita, que era asturiana y cuya cocina era digna de estrellas Michelin, una mujer luchadora, que se enfrentaba a la vida con un coraje que me sirvió de lección para así afrontarla yo también. También tuvimos como vecinos a una pareja de actores muy conocidos en Venezuela a través de las telenovelas. Él se llamaba Carlos Márquez y cuando tomaba el ascensor lo dejaba impregnado del olor a colonia inglesa con olor a Lavanda. Mi madre decía "Carlos Márquez ya se montó en el ascensor". También tuvimos una vecina, que vivía unos pisos más abajo de nuestro apartamento y que era "espiritista", con la terrible fatalidad de que nunca acertaba sus predicciones. Y eso para una espiritista es lo peor que le puede pasar. Eso fue en Venezuela.

Yo, en Candelaria, vivo en un lugar absolutamente tranquilo, donde se puede escuchar el trino de los pájaros, tanto al amanecer como al atardecer, y que mi madre los conoce por su canto ("Eso es un capirote", "eso es un mirlo", "ahora está cantando un canario"). También cómo se contestan los gallos en la madrugada, como describía García Márquez en alguna de sus novelas. O los gatos cuando están en celo y maúllan como si fueran niños recién nacidos. O el viento que habla y murmura. O a mi vecino Casimiro cuando llama a los gatos para que vengan a comer. Y hablando de mi vecino Casimiro, hace unos días me dieron una triste noticia.

Mi vecino Casimiro se muda. A mí me ha entrado una inmensa tristeza porque Casimiro y su familia han sido unos vecinos ejemplares, discretos pero atentos, amables, desprendidos, generosos. Y se mudan para mí tristeza.

A mí me ha entrado mucha melancolía porque Casimiro me podaba las viñas, estaba pendiente de los árboles frutales y nos aconsejaba para tener los canteros acomodados. Casimiro me indicaba que había que regar en horas tempranas porque en la tarde el agua estaba más caliente y quemaba las plantas. Casimiro es pura sonrisa franca y mirada serena. Casimiro se muda.

A mí, cuando me lo contó Magaliz me entró una inmensa tristeza. Casimiro quiere mucho a mi madre y de todo lo que cosechaba le mandaba "su parte". "¡¡¿Doña Cira, se puede? Mire aquí le traigo unos bubangos!!!". "Hoy cavamos las papas y aquí tiene para una comidita". "Doña Cira, le traigo unas guanábanas?". "Doña Cira, estas yerbas son buenas para bajar el azúcar". Y para mí, quien quiere a mí madre tiene el cielo ganado.

A mí me ha entrado una inmensa tristeza porque cuando a mi padre le diagnosticaron alzhéimer, Casimiro lo entendía perfectamente. Parecía que era un terapeuta que sabía cómo tratar a mi padre que murió de esta terrible enfermedad. Cuando nos vino a dar el pésame una vez que vinimos de Caracas, Casimiro lloró.

No hacía falta que nos estuviésemos visitando todos los días, pero sabíamos que nos teníamos. Yo siempre miraba por la ventana para ver a doña Carmen cómo caminaba después de su operación de la cadera o a Tita que adoptaba a todos los animales, especialmente los gatos de nuestro entorno. Gente humilde y buena. Y es que tener un buen vecino es una bendición.

Casimiro construyó su casa como si de una auténtica ermita se tratase. Tengo la sensación de que cada bloque estaba bendecido, que cada teja era caída del cielo y que cada planta florecía porque desde los cielos se mandaba un roció apenas imperceptible que hacía que la vida creciera en las huertas de Casimiro.

Mi madre miraba para la casa de Casimiro y decía "ya la casa de Casimiro está cogiendo forma". Cuando llegó doña Carmen escuché una algarabía porque mi madre la conocía desde La Gomera. Ellos proceden de Alojera y nosotros de Vallehermoso. Vi entrar a mi madre con unas galletas gomeras y una sonrisa que no le cabía en la cara cuando entró por el pasillo de casa. "¡Qué alegría que son de La Gomera, imagínate tú, de Alojera!". A mí madre la hicieron muy feliz porque tener un buen vecino es una de las mayores bendiciones que te pueden ocurrir.

A Casimiro lo operaron de la rodilla y ha trabajado tanto en la vida que se merece un buen descanso. Pero a mí se me muda uno de los mejores vecinos que he tenido en mi vida. "Cada uno en su casa y Dios en la de todos". Pero teniendo la seguridad de que los tenía cuando los necesitase siempre.

Y las viñas, habrá que podarlas, y los durazneros, y los aguacateros, y al guayabero que le entró como un polvillo blanco y lo sulfataremos con agua jabonosa. Y los naranjeros, y el limonero, porque solo tengo un limonero que da limones todo el año.

Casimiro y Tita llevaban muchos años como vecinos. Se nos fue mi padre, se fue Salvador, el padre de Tita, "el viejito" como decía Casimiro. Y ahora ellos se mudan? y la vida sigue.

Ahora estamos expectantes a ver quién vendrá a habitar esa casa que fue construida bloque a bloque, como una ermita, y que la bendijo el primer roció de una mañana primaveral. Pero si de algo estoy seguro es que jamás podrán sustituir a Casimiro y a Tita. Hay personas insustituibles y necesarias.

"Una de las mayores bendiciones que puedes recibir en la vida es tener un buen vecino" . Yo he estado bendecido siempre.

*Vicepresidente y consejero de Desarrollo Económico del Cabildo de Tenerife

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