El problema suscitado por la actual política economicista de Aena y la necesaria construcción de una nueva terminal en el Aeropuerto Reina Sofía es complejo, pero tiene solución.

Aena era una empresa pública que desarrollaba y gestionaba los aeropuertos españoles. Seguía la política expansiva que ha permitido el gran desarrollo español de los últimos años.

La construcción de grandes infraestructuras -aeropuertos, puertos, ferrocarriles, autopistas, hospitales , universidades...- permitió a España modernizarse y ser competitiva a nivel internacional.

Aena se financiaba con los recursos que generaba y créditos bancarios, pues no distribuía ningún beneficio.

En 2011, bajo el Gobierno de Rodríguez Zapatero, se inició su privatización, que culminó en 2015, bajo el Gobierno de Mariano Rajoy, con su salida a Bolsa, privatizándose el 49% y quedando en poder del Estado un 51%.

Durante su época pública expansiva, se construyeron nuevos aeropuertos, pistas, edificios terminales e instalaciones complementarias en prácticamente todas las ciudades españolas, con el criterio señalado de grandes, modernas y muy competitivas infraestructuras, diseñadas por arquitectos de nivel internacional.

La terminal de Tenerife Sur, a pesar de estar totalmente obsoleta, saturada y con una pobre imagen de época anterior -su incomodidad es una de las principales quejas de nuestros turistas-, no se renovó. Fue el único aeropuerto español de cierta importancia que no se tuvo en cuenta en esta fase de modernidad, a pesar de ser el tercero mas rentable de la red, con mas de 100 millones de beneficio anual.

No ha tenido suerte Tenerife con las infraestructuras, pues lo mismo sucedió con los hospitales y las carreteras.

La privatización de Aena ha traído consigo un cambio de la política de inversiones, pues ya no prima el concepto de modernidad, competitividad del aeropuerto y de la ciudad, sino un estricto control del gasto y del endeudamiento, que permita un importante reparto de beneficios a los accionistas. Sus acciones han triplicado su valor desde su salida a Bolsa.

Ahora no se diseñan los grandes proyectos y luego se busca la financiación, con el correspondiente plan de amortizaciones, sino que es a la inversa. Ahora, en razón del beneficio que se desea repartir, el valor que se quiere mantener en la Bolsa y el nivel de endeudamiento que no se quiere sobrepasar, se fija un plan de inversiones muy limitado, plurianual, denominado DORA (Documento de Regulación Aeroportuaria), que aprueba el Consejo de Ministros.

¿Y en qué posición se queda ahora el Reina Sofía? En la posición del tercer aeropuerto más rentable de la red y afectado por la deuda que Aena va amortizando anualmente, fruto de la construcción de nuevos aeropuertos en el resto de las ciudades españolas, algunos rentables y otros históricamente con grandes perdidas.

¿Ahora qué toca? Bueno, tuvo que haber tocado hace al menos diez años. Construir una nueva terminal en el Reina Sofía, imagen de una isla maravillosa. Resulta que a uno de los destinos turísticos más importantes del mundo, con el cambio de política económica, se le destina, dentro del Plan Plurianual de Inversiones, una pequeñísima cantidad, que no llega ni al beneficio de un año, para plantear una simple ampliación, con un proyecto de baja calidad, que no mejora la imagen obsoleta actual, sino que quizás la empeore.

Planteado el problema, habrá que buscarle solución, que la tiene. En primer lugar tiene la palabra el Cabildo Insular de Tenerife, que históricamente ha colaborado con el desarrollo de nuestros aeropuertos, aportando los terrenos, e incluso proyectos, y que tiene mucho que decir. Importante fue su participación, en la época del añorado presidente Adán Martín, en el proyecto de la nueva terminal de Los Rodeos, que mejoró considerablemente lo planteado inicialmente.

En segundo lugar, el Gobierno de Canarias, al que el Estatuto de Autonomía, articulo 161.3, atribuye competencias en la planificación, programación y gestión de puertos y aeropuertos de interés general, por tratarse de redes esenciales para la conexión del territorio.

Aena, para salir del paso, ha convocado, a espaldas del Cabildo Insular de Tenerife, un concurso de obra para ampliar la obsoleta terminal del Reina Sofía, aumentando el espacio disponible, según comentarios públicos de sus responsables, pero manteniendo la deplorable imagen actual. Un concurso cuya paralización debe ser reclamada por el Cabildo Insular y el Gobierno de Canarias a las más altas instancias del Estado, ya que Aena hace oídos sordos a la necesidad de Tenerife de tener una nueva terminal que sea imagen de la Isla.

El segundo paso es convocar un concurso internacional de proyectos, para que los expertos se pronuncien -nos jugamos mucho- y reflejen la tendencia de las nuevas terminales que se están construyendo en el mundo. Levantemos el velo, como se dice en términos jurídicos, y que se ponga de manifiesto cuál es la terminal que Tenerife necesita para un futuro turístico de éxito.

Tenerife es lo importante, la financiación es secundaria. Además el Aeropuerto Reina Sofía genera suficientes beneficios para su amortización.

Tenerife first.

*Hotelero. Expresidente de Ashotel