Se invocan ideas, que son deseos, que no expresan otra cosa que ensoñaciones utópicas sobre el pasado, que exigen desguazar los hechos históricos. Una es la falacia de que Al-Ándalus supuso un gran oasis de civilización y pacífica convivencia entre cristianos, judíos ý árabes, extrañamente sin un solo consejo, gobierno, junta, institución compartidos. ¿O cómo?

Ese engrudo progre-populista que lo defiende, desarraigado del método marxista, no concibe la lucha de clases. Si realmente les atrajera Al-Ándalus, deberían saber que el invasor no fue solo árabe sino básicamente bereber, que luchan entre sí, que hay constantes rebeliones de la base bereber contra las estructuras de poder que son árabes. Será siempre así. Ese poder en manos árabes no es compartido con los bereberes o tangencial y episódicamente. A partir de aquí, desavenencias, actos de fuerza, políticas de imposición mandan. No hay instituciones conjuntas, sino relaciones estrictas de poder en el interior, de cara al exterior y como suma de poder político, económico, fiscal, religioso, como no puede ser de otra manera.

El colapso, como está historiado, de la cultura islámica se produce en el siglo XIII, por quedar proscritos todos los intentos de evolución de los distintos planos del islam. Es cuando Ibn Taymiya reactualiza la escuela Hanbalí. Según Suleiman Mourad, los eruditos hanbalíes eran los matones religiosos.

Pero antes, en los siglos XI y XII llegan a la Península los almorávides, cuya etimología procede de los morabitos (santuarios religiosos), eran monjes guerreros como los templarios cristianos, con un fervor religioso que hoy sería puro integrismo. Les suceden en el siglo XII, al calor de las contiendas, los almohades, que suman a la exacerbada obediencia religiosa mayor rigorismo legalista. Si Oriente mantuvo el progreso de la civilización islámica hasta el siglo XIII, en el que se produce el gran colapso, es evidente que en Al-Ándalus aquél resultaría justamente imposible ya en los siglos precedentes.

Se miente también al situar al Califato de Córdoba como coetáneo del Emirato nazarí de Granada. Cuando este surge en el siglo XIII, Córdoba ya es cristiana, que durará dos siglos más. El esplendor de la Alhambra es contradictorio, como también señala la historiografía, con su poder político feudatario de Castilla. Alí Ahmad Said Esber nos dirá que Averroes, Al Razi, Niffarí forman parte de la sociedad árabe en tanto disidentes, como que Ibn Arabí rompió radicalmente con el pensamiento religioso del islam. Los insignes sabios Maimónides y Averroes fueron desterrados por el "fanatismo almohade" (Wikipedia). No importa, Al-Ándalus seguirá como bandera de supercherías.