No existe un territorio en el planeta con más singularidades por kilómetro cuadrado que El Hierro, en cuya punta occidental localizó el Meridiano Cero la poderosa Francia de Luis XIII, allá por 1634. Esa línea imaginaria, a partir de la cual se marcan todas las distancias, afamó a la Isla en el pasado y la dibujó en la cartografía universal.

A partir de ese hito, que llegó hasta 1885, el territorio dio emociones gratas y continuas a los viajeros y motivos de legítimo orgullo a sus naturales. En cada salto del relieve, en cada vuelta del camino, en cada pueblo y aldea, se localizaron, y se conservan, curiosidades y rarezas, excepciones a las reglas de las ciencias que hoy, con modernos medios y eficaz didáctica, se erigieron en los mejores museos de sitio y centros de visitantes del Archipiélago canario.

En las playas, calas y surgideros repartidos por sus cien kilómetros de litoral se habilitaron lugares de baño y recreo, con absoluto respeto al medio y materiales adecuados para evitar impactos ambientales. Todos los espacios y monumentos de interés científico y/o paisajístico cuentan con centros de cuidado diseño y volumen que nos permiten conocer desde los Letreros del Julan, las secuencias de inscripciones rupestres más extensas de la región, a la leyenda viva del Garajonay, el árbol que, por la atracción de las nubes, garantizó agua para las gentes y los rebaños herreños.

Un recorrido por estas aulas de la naturaleza y la historia, vivas y amenas, nos permite descubrir aldeas fuera del tiempo y rescatadas del olvido con rigor documental y buen gusto, como el poblado de Guinea, ejemplo cimero de las mudas herreñas de cumbres a costas; la reserva científica que alberga, en mimadas condiciones ambientales, los lagartos gigantes; la posibilidad interactiva de evocar, en el camino de La Restinga, la última erupción submarina de Canarias; y las historias paralelas del planeta y de la Isla en el antiguo Casino del Pinar.

Entre sus muchos atractivos, la Séptima Isla -como la llamaba Padrón Machín por su tamaño- o la primera por sus atractivas realidades tiene un sorprendente y modélico circuito de centros de visitantes del que todos debemos aprender.