Por segundo año consecutivo, el 8-M español batió todas las marcas y fue portada de prensa en los cuatro cascos del planeta. Madrid dobló, con más de trescientas setenta mil personas, la cifra de 2018 y Barcelona, también en ascenso, superó las doscientas mil. Las quinientas manifestaciones celebradas en el conjunto del Estado, los seis millones de mujeres que, según fuentes sindicales, siguieron el paro y el alto de civismo de la jornada superaron todas las previsiones y demostraron que el movimiento feminista es imparable y autónomo, pese a las reticencias de unos y los intereses de otros; y las pretendidas adjetivaciones -feminismo liberal, por ejemplo- son ocurrencias que, fallidas desde el parto, sus autores no volverán a utilizar.

Lo viví en mi pueblo, tranquilo y poco dado a las algaradas, que solo se desmelena en ocasiones especiales; pongamos que hablo del Lunes de Indianos y la Bajada; y, una semana después, lo comento ante el café con amigos comunes afiliados a los grandes partidos y, otros segregados de los mismos y adscritos a las fuerzas primaverales naranja y violeta. La improvisada y breve tertulia discurrió en una terraza de moda de la capital, en la calle Trasera, lugar de desayunos hasta las once y, desde el mediodía, de cañas y aperitivos.

Contra los temores previsibles, coincidimos en que la gran movida feminista no se dejó contaminar con unas tensas vísperas electorales, peleonas y peleadas; en la inmensa variedad de los mensajes y en su modesta factura; en la originalidad y corrección de los mensajes, que no le restaron un ápice de contundencia a las reivindicaciones; y en el compromiso y la necesidad de los gobiernos futuros, estatal y autonómicos, de atender con prontitud y holgura las demandas de contundencia contra la violencia machista, y las soluciones a la asignatura pendiente y sangrante de la brecha salarial; y, sobre todo, al tratamiento respetuoso a un movimiento que, para su bien, está por encima de los partidos.

En ese espacio de coincidencia, una amiga de todos nosotros que nos observaba en cercanía nos bajó los humos y el optimismo con un par de datos, cantados desde su insobornable militancia: "¿Saben los caballeros cuántas mujeres han muerto este año, y estamos en marzo, a manos de su pareja? Do-ce", deletreó; "¿y cuántas en dos días, después del 8-M? Tres". "Así que, en 2020, más madera".