Un golpe de tos en el meridiano de un aria, una señora que abandona su butaca a toda velocidad antes de que el director mire al público en busca de una ovación, el envoltorio de un caramelo balsámico que se abre a cámara lenta en medio del silencio... Estos pequeños detalles pueden crear un mayúsculo malestar entre los músicos. ?El protocolo de un festival de estas características exige un mínimo de sensatez y educación al público que asiste a un concierto?. Sobre esta idea los contertulios abren un debate paralelo que nada tiene que ver con los pentagramas, trajes de etiqueta o ilustres batutas. Ni siquiera con el porcentaje de entradas vendidas. ?La gente acude mejor vestida que hace unos años?, advierte José Cruz. ?No se pretende que luzcan grandes galas, pero tampoco que acudan al Auditorio en vaqueros y con una imagen desaliñada?, puntualiza el vicepresidente del colectivo tinerfeño de Amigos Canarios de la Zarzuela. La crítica del tenor Jairo Núñez está relacionada con el murmullo que, en ocasiones, se percibe desde la caja escénica. ?Alguna vez he tenido que hacerle un gesto a un director para que no comenzara una obra porque no se daban las condiciones necesarias para poder estar concentrado?, dice el director del Festival Musitemático de La Orotava. ?Sin embargo, esos días en los que observas cierto revuelo en la sala son buenos para analizar si estás transmitiendo un mensaje lírico que es captado por el público o, en cambio, te limitas a cantar?, matiza un intérprete que habitualmente desarrolla su carrera profesional en Bélgica. La musicóloga Rosario Álvarez lo tiene claro. ?Si te da un ataque de tos, te colocas un pañuelo en la boca y tratas de ser lo más discreto posible, pero si no es suficiente ?afirma?, te levantas y abandonas la sala. Es cierto que todavía se ven cosas que no son admisibles, pero sería injusto no decir que en la historia del festival se han dado grandes avances. Hoy sería impensable ver las reacciones que se dieron en las primeras ediciones?. Mendoza, por último, admite en público que en alguna oportunidad un director paró un concierto o volvió su mirada al público porque no existía el remanso necesario para una buena concentración. ?Ocurre en muchos sitios. No solamente en Tenerife o en Las Palmas?, señala. Para el director del festival existe un protocolo que ?nada tiene que ver con una oferta elitista. Puede que unos pocos rompan la armonía de un concierto, pero la norma general dice que el público canario es bastante educado cuando va a un concierto?, señala Mendoza. En ese punto, José Cruz desliza un curioso comentario: ?Sorprendería conocer la identidad de los que rompen ese protocolo. En ocasiones, son auténticos expertos mu-sicales?. Rosario Álvarez, por úl-timo, censura ?esas prisas por ir al párking en busca del coche para evitar las colas. Es un feo hacia los artistas (ocurre en otras disciplinas escénicas) que se tiene que corregir pronto?.