El escritor Antonio Muñoz Molina cree que ni España, ni ningún otro país, están libres de que se repitan tragedias como la del holocausto nazi. La democracia tiene que ser enseñada a diario, y "la barbarie puede suceder en cualquier momento".

Muñoz Molina reflexiona sobre estas cuestiones en la entrevista que concede a EFE con motivo de la reedición de "Sefarad", y en la que anuncia que está trabajando en una nueva novela que, "lateralmente, tiene que ver con la Guerra Civil" y que ocurre entre septiembre de 1935 y octubre de 1936.

En "Sefarad" (Seix Barral), el autor da voz a judíos de distintos países que pasaron de repente al mayor de los infiernos, a dirigentes comunistas que cayeron en desgracia bajo el estalinismo y a tantos otros que "fueron expulsados de la normalidad a la que creían pertenecer".

Al estudiar la Historia se aprende "lo frágil que es todo". "La lección terrible que aprendieron los judíos a partir de 1933 es que, de un día para otro, ya no eran lo que creían ser; ya no eran alemanes", afirma este novelista que ha merecido en dos ocasiones el Premio Nacional de Narrativa y ha ganado también el de la Crítica, el Planeta y el Fémina.

Embarcado en esa nueva novela que, "probablemente", se publicará en 2010, el escritor lleva tiempo consultando revistas y periódicos de la Guerra Civil y recomienda vivamente acudir a "las fuentes" para comprender lo que sucedió.

"La Historia es muy engañosa, porque uno ve las cosas con el beneficio de saber lo que pasó después", señala Muñoz Molina, que pone de ejemplo el 12 de julio de 1936, seis días antes del estallido de la guerra.

Ese día fue asesinado el teniente José Castillo, de la Guardia de Asalto, y "esa madrugada, en venganza, fue asesinado José Calvo Sotelo. Esta última muerte aceleró el proceso", asegura.

Pero en los periódicos de esa fecha "todo eso está mezclado con la noticia de la vuelta ciclista a España y con anuncios de bañadores". "Las personas queremos agarrarnos a la normalidad", y eso es algo que él comprobó en Nueva York en los atentados del 11-S.

"La Guerra no era inevitable. Cuando uno lee los periódicos y ve lo que decía la gente en la primavera del 36, en los mítines o en la prensa, se te ponen los pelos de punta. Había muy pocas personas que fueran partidarias de la sensatez, en un bando y en otro", subraya.

Muñoz Molina coincide con el historiador Antony Beevor en pedir para España "un pacto de recuerdo" sobre lo que sucedió en la guerra y en la posguerra, frente al "pacto de olvido" que hubo en la transición: "Deberíamos tener el coraje de recordarlo todo", concluye.