Me cuesta imaginar que haya cerebros tan simples que sólo sean capaces de emitir un mensaje tan básico como "ya no baila como antes". ¿Y qué? Jack Nicholson tampoco está tan ágil como cuando formó parte del rodaje de "Alguien voló sobre el nido del cuco" (1975) y eso no significa que haya dejado de ser un actor fantástico. Lo que hizo Mikhail Baryshnikov el lunes en el Auditorio de Tenerife fue soberbio, elegante, entrañable, brutal, histórico...

Si después de asistir a un espectáculo de cinco estrellas, algunos/as sólo se quedan con la mísera anécdota de ver cómo los años nos pasan factura, mejor se plantean la compra de una colección de DVD que compriman secuencias inolvidables del mundo de la danza clásica. De Anna Pavlova a Yuri Grigorovich pasando por Tamara Karsavina, Rudolf Nureyev, Olga Spesivtseva, Mikhail Baryshnikov, Ana Laguna... Los dos últimos "enamoraron" al público tinerfeño.

Horas antes del comienzo de "Three Solos and a Duet", Ana Laguna dijo que trataría de hablar a través de la danza. Lo hizo. La aragonesa se movió por el escenario con dulzura y rabia hasta rozar la locura más hermosa que se puede expresar sin palabras. Su noche fue mágica. Lo de Baryshnikov, simplemente, fue un desafío para los que piensan que a los 61 ya se pueden hacer pocas cosas. Mikhail & Ana hicieron lo más difícil. Crear "poesía" a través de la danza.