El maestro ruso Vladimir Fedoseyev, que ayer actuó en el Festival Internacional de Santander al frente de la Orquesta Sinfónica Tchaikovsky, cree que la cultura, y en especial la música clásica, han sido relegadas al "último puesto", un problema que, a su juicio, comparten todos los países.

La orquesta moscovita, conocida anteriormente como la Sinfónica de la Radiotelevisión de Moscú, abrió en la capital cántabra su nueva temporada de conciertos, durante la que celebrará además sus primeros ochenta años de vida.

Fedoseyev, que también fue director de la Sinfónica de Viena entre 1997 y 2004, lleva 33 de esos 80 años de historia al frente de la orquesta rusa, con la que anoche ofreció un programa dedicado a la música sinfónica de su país, representada por la "Patética" de Chaikovsky y la "Quinta" de Shostakovich.

El veterano maestro considera "una pena" que se preste tan poca atención a la música clásica y que a los puestos dirigentes llegue "gente que no termina de entender qué significa la cultura".

El fútbol y la música pop ocupan, en su opinión, el primer puesto en todos los lugares del mundo, mientras que la cultura y la música clásica han sido relegados al último.

"Es penoso pero está pasando en todos los países, en cada uno a su manera, pero el problema es el mismo", ha subrayado Fedoseyev, quien cree que hasta en un país con una larga tradición como Austria la música clásica "está decayendo".

Atraer a los jóvenes

El director ruso -que preveía dirigir a la Orquesta Sinfónica de Tenerife en dos conciertos del pasado Festival de Música de Canarias- ha defendido la necesidad de que intérpretes teatros, programadores y, en general, todos aquellos que tienen que ver con la música clásica se reúnan y hagan propuestas para atraer a más público joven a las salas de conciertos, de la misma manera que considera que también tendría que celebrarse una conferencia de ese tipo para tratar de salvar la ópera, que en su "concepción romántica se está perdiendo".

Para Fedoseyev, festivales como los "Proms" de Londres, que unen la música seria y la música popular y además alientan la participación del público, son una buena idea para captar a los más jóvenes.

También lo es, a su modo de ver, que los conciertos tengan precios moderados. Así, ha recordado cómo, después de la "Perestroika", las entradas subieron tanto que la gente no iba a los conciertos.