Milena Perisic es una de las creadoras más personales en el ámbito de la llamada música "culta" o "seria", tanto es así que ha decidió alejarse de quienes pretenden hacer de este arte una manifestación excluyente. La compositora croata residente en Tenerife anima a los compositores a salir de su burbuja y mezclarse con la diversidad de estilos y lenguajes que bullen en la esfera musical, en suma, a comunicarse. "Si la actitud del músico clásico no cambia, ¿cómo queremos atraer público a las salas de conciertos", afirma.

Este espíritu combativo lo ha trasladado a las aulas y a su propia vida, obligada como ha estado a luchar contra la enfermedad, lo que en el pasado la obligó a cancelar cursos, viajes y actuaciones. Su nuevo frente de batalla es más benigno. Se trata de la Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia que impulsa el Centro Humanista de las Culturas, un movimiento que, anuncia, se iniciará en Las Palmas el próximo 2 de octubre, coincidiendo con el 140 aniversario del nacimiento de Gandhi y que concluirá, 365 días después, en Argentina.

Milena Perisic es, junto a Benito Cabrera y Arístides Moreno, uno de los "fichajes" de este proyecto que intenta aglutinar a personas de distintos ámbitos. "Me contactó Trino Prieto -recuerda- porque tengo un grupo de música, Urania, con el que hago World Music en varios idiomas. Cuando la marcha pase por Las Palmas, ofreceremos un concierto para el que he compuesto expresamente una obra de corte popular. Intentaré poner de mi parte para que la marcha pase también por Tenerife y por otras islas. Ese movimiento por la paz se canalizará a través de diversas iniciativas, desde el ofrecimiento de ayuda a las familias saharauis a la celebración de conciertos y actividades a favor de la paz y el desarme".

Si se habla de música compuesta en el Archipiélago, Milena Perisic es una de las llamativas ausencias en la política de encargos del Festival de Música. La autora ignora a qué se debe. "Hasta ahora -afirma- nadie se ha dirigido a mí. Voy por libre en muchos sentidos y, aunque no tengo conflictos con nadie, lo cierto es que hago más estrenos fuera que aquí. Mis obras han sido interpretadas en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, en la Universidad Carlos III, en la Fundación March o en Berlín".

La inexistencia de concursos de composición, y el nulo interés oficial en crearlos, es otro lastre que impide el desarrollo creativo de los músicos. "No hay ciclos de conciertos que permiten el encargo de obras de estreno, prácticamente es una política que no existe fuera del Festival de Música de Canarias. ¿Qué salida queda entonces para el músico salvo que su obra sea tocada por sus amigos? La composición es un proceso solitario, como el del pintor o el escritor; pero cuando quieres compartir tu experiencia necesitas dos cosas: intérpretes y público. Sin ellos -cuestiona-, ¿dónde queda tu trabajo?"

"Por eso creo grupos", agrega, porque necesito contacto humano, tocar juntos, compensar de algún modo esa tremenda soledad del compositor que a veces te desborda. El arte no puede ser creado desde la neurosis individual. El artista ha de comunicar, no mirarse el ombligo. Esa imagen decimonónica del artista atormentado y prisionero de su ego no tiene hoy sentido. Mozart componía para el tendero y para el aristócrata. Si quieres hacerte entender, has de aplicar en tu obra los códigos para que te entiendan. De lo contrario, los compositores de música culta acaban formando una casta aislada. Mi postura es la contraria. ¡Intégrate! ¡Haz algo por la sociedad!

A su juicio, "es estimulante para alguien que viene de la música clásica entrar en un proyecto de música moderna", porque ese tránsito amplía el espectro comunicativo del intérprete y le permite "comulgar con todos en la alegría de la música".

Por ello, reniega de lo que llama "pedagogía negra, de élite, basada en el perfeccionismo extremo, que sólo crea neurosis artística. ¿Por qué salir a un escenario temblando? Yo abogo por la alegría de la música. Me parece monstruoso que los niños compitan después de haber aprendido a tocar maquinalmente. Es mejor compartir que competir; si no, en vez de alumnos lo que creamos son masoquistas".