Si "Planet 51", la película más cara de la historia del cine español (más de 60 millones de dólares) fuera un gran tablero de ajedrez, la tinerfeña Nayra Pardo Oñate (1985) sería un peón más al servicio de la corona. Su nombre aparece en los créditos de una producción que comenzó a fraguarse en 2004 y que agotó casi tres años de intenso trabajo antes de que se dejara ver en la cartelera. Sony Pictures, a través de TriStar, fue la encargada de su distribución en Estados Unidos.

Nayra es una de las 250 personas (diseñadores 3D, ingenieros de alta tecnología y desarrolladores) que fueron reclutadas por el "ejército" de Illion Animation Studios, una empresa en animación especializada en 3D con ocho años de vida. Esta corporación diseñó un programa especial (3D Studio Max) que, además de ser el motor de una cinta de ciencia ficción que creció en la localidad madrileña de Alcobendas, posibilitó el desembarco de "Planet 51" en el universo de los videojuegos.

"Formar parte de este equipo abre puertas y hace que tu currículo pese un poquito más", afirma la ilustradora santacrucera en referencia a un proyecto dirigido por Jorge Blanco que llegó a los cines el pasado noviembre y aún permanece en la cartelera.

Imaginación sin límites

Pyro Studios, empresa española de videojuegos famosa por ser la que introdujo la saga "Commandos", activó una iniciativa empresarial al más puro estadounidense.

"Hacer animación en España está difícil porque no hay muchas opciones y en las pocas empresas existentes no trabajan los mejores. Illion ha sido una esperanza para los que queremos tener un futuro en este mundo. Conforme avanzaba Planet 51 te ibas dando cuenta de que no había límites. Si hacía falta invertir más dinero (y horas) en el desarrollo de un personaje no había problemas. Al final, lo único que importaba era que la calidad no bajara", precisa Nayra en relación a un guión patentado por Joe Stillman, quien antes plasmó su verdosa huella en "Shrek" y "Shrek II".

La joven canaria vive atrapada en el mundo del dibujo desde que era una niña. "Empezó siendo una curiosidad infantil que ha acabado por atraparme conforme he tenido la libertad de elegir lo que quiero hacer", comentó justo antes de viajar a Londres, capital en la que está a punto de iniciar un curso orientado a la animación en 3D.

"Aquí no te puedes dormir porque todos los días salen programas de diseño nuevos que debes aprender para no quedarte por detrás de los que están marcando tendencia", añadiendo que los conocimientos que recibirá en suelo británico están asociados con "técnicas para hacer más creíbles las animaciones. No todo es dibujar, porque para entender a los personajes debes conocer el mundo del teatro (ha tenido varias experiencias en Madrid) y saber cómo se van a comportar cuando quieren llorar, reírse o se dan un golpe", explica Pardo.

Iluminando personajes

Nayra sabe que ha sido un eslabón más en la larga cadena de profesionales que han arrimado el hombro para que "Planet 51" se transformara en una golosina al alcance de todos los niños y de los que ya no lo son. "Antes de entrar en Illion casi todo lo que había hecho estaba relacionado con la ilustración: pequeños dibujos que fueron incluidos en libros de matemáticas y lengua", recuerda justo antes de describir su misión en una película que ha contado con la producción de Ignacio Pérez Dolset.

"Me hubiera gustado tener más protagonismo en la animación de los personajes, siendo muy consciente de que aún tengo que aprender muchas cosas, pero durante la película formé parte del equipo de iluminación. Saber dar la luz justa a un dibujo es más importante que iluminar a un actor de carne y hueso porque el color es lo que le da vida a una animación. A partir de ahí, tienes que lograr que los personajes no queden expuestos a demasiados brillos, que ofrezcan una sensación de naturalidad, que las zonas oscuras no limiten sus movimientos... Esta labor requiere un tratamiento especial, ya que tienes en tus manos dibujos en 3D muy costosos de realizar", reconoció la creadora isleña.

"Trabajar para niños es una sensación gratificante porque tienes que acertar a la hora de definir lo que le quieres dar. Su capacidad para imaginar no tiene límites y el mayor riesgo es quedarte más atrás de lo que ellos son capaces de sentir o experimentar", señala Nayra, quien valora de forma positiva su estancia en la órbita de "Planet 51": "Ha sido una experiencia que me gustaría repetir en el futuro".