Yo te prometo que un día
tú te habrás de arrepentir,
y aunque llores y suspires,
nunca podrás conseguir
lo que por tu vanidad
y error, ahora desprecias
y nunca habrás de sentir.
Cuando en peores tiempos te
[veas
ya te habrás de lamentar,
que un día lo que despreciaste
eso quisieras alcanzar.
Pero seguirás sufriendo, hasta
que con humildad vuelvas
y te estés arrepintiendo.
Yo te prometo que un día
tú te habrás de arrepentir
y lo que ahora desprecias,
suplicante, y con agonía
lo volverás a pedir.
Y yo te daré entonces
tus recuerdos y desprecios,
que mientras yo te daba
mi cariño y lo que podía,
tú me dabas tu maldad
y lanzabas tus dardos al pecho
sin compasión y falsedad.
Pero, seguiré, seguiré
esperando tu arrepentimiento,
que mi corazón perdona
y por nunca te abandona.
Consecuencia moral de esta
[fábula:
Tenemos que perdonar a los que nos molestan y enfadan, porque nosotros también queremos el perdón de Dios por todo lo que hemos hecho mal.
Mª del Carmen Pinto Dorta