Debajo de su coraza algo estrafalaria "late" el buen corazón de un joven de 37 años que acumula más de una década y media sobre los escenarios. El grancanario Arístides Moreno (1972) siempre ha hecho lo que le dio la gana a la hora de componer sus canciones. Extremadamente crítico con los problemas que maduran en este archipiélago, el cantautor galdense ha llenado de sátira los cuatro CD que ha puesto a la venta. En el concierto que ofreció anoche en La Orotava presentó los temas de su último disco.

¿Además de estos conciertos, en qué otras cosas anda metido?

Sigo promocionando los temas de "Economía Sumergida" y preparando un espectáculo en solitario (en marzo o abril) en el que interpretaré canciones de otros discos y que pienso llamar "2010: la odisea bien despacio".

¿Los años han ido cambiando su relación con la música?

Yo utilizo la música como terapia. Sé que hay una parte comercial que funciona bien y otra más creativa, que vende menos, pero con la que me siento cómodo. Intento buscar un equilibrio entre estas dos facetas. Mi música no se entiende sin diversión y mi vida no sería igual sin mis canciones.

¿Se arrepiente de algo de su perfil como músico?

De nada... Incluso, creo que ahora es cuando podría retomar antiguas canciones para transformarlas un poco y volver a entregárselas a mi público. Cada cosa tiene su tiempo y nunca hay que lamentar algo que ya no tiene solución.

¿Qué porcentaje de humor y de música hay en su producción?

Al cincuenta por ciento (se ríe). El humor es una parte importante de mi existencia y si no estuviera presente en todo lo que hago, creo que dejaría de hacerlo. El humor acer-ca a las personas y es un elemento imprescindible para la reflexión.

¿Desde un escenario le queda tiempo para poder psicoanalizar a su público?

Ja, ja, ja... ¡Qué bueno! Yo lo hago tanto arriba como abajo del escenario. Me gusta ver las reacciones de las personas cuando escuchan mis canciones. Soy como un analista social que transmite y recibe energía. Hay varios tipos de seguidores: los más fieles son los que te preguntan por una letra de cualquier disco. Luego están los seguidores que sólo son televisivos, los que van a verte porque sales por la tele y no saben ni qué canciones cantas. Por último, están los despistados. Éstos, simplemente, están confundidos. Son los que se acercan a ti y te dicen: ¿Tú eres el del "higo pico"? También existe un híbrido donde estarían los que han oído algún tema y puede que hasta me hayan visto en televisión. Me agrada que la gente joven venga a mis conciertos porque eso significa que no estoy tan perdido. También es verdad que he sido yo el que ha tenido que adaptarse a los nuevos tiempos y no los más jóvenes a mí.

¿Cuando se metió en esta aventura hace catorce años esperaba llegar tan lejos?

Era mucho más ambicioso. No es que haya perdido la ambición, pero vivir tanto tiempo de la música no es fácil. Mi crisis no empezó hace dos días porque yo llevo en crisis, por lo menos, diez años (ironiza). Mi música no está pensada para ganar dinero. No sé explicar cómo, pero sirve para explicar un mensaje y una filosofía de vida.

¿La Península es una asignatura pendiente o, por lo menos, le gustaría que su música tuviera un mayor protagonismo?

A la Península voy cuando me lo puedo permitir y habitualmente me piden que vuelva, pero mi economía es la que es y no siempre hay posibilidades de arriesgar. No me quejo del nivel de popularidad que tiene mi música en la Península o en América porque la red (Facebook) me devuelve el cariño de las personas que saben de la existencia de Arístides Moreno.

¿Con qué se queda de todo lo que le ha dado la música?

Jo... Ésa es una pregunta complicada de responder, pero si continuo metido en este mundo es por toda la energía que mueve. No sé. Sigo disfrutando con el intercambio de emociones que se establece entre un escenario y el público que me escucha. Es como si te cogieras un "pelotazo", pero gratis y donde no hay sustancias estupefacientes. El día que no me lo pase bien y vea que la gente no se divierte con mis canciones supongo que habrá llegado el momento de decir adiós.

¿Muchas decepciones?

La música no me ha decepcionado jamás, las posibles decepciones me las llevé yo con algunas cosas que me he encontrado en la música.

¿Los canarios han aprendido a liberarse de ese complejo de inferioridad que tanto daño les creó en el pasado?

El complejo de inferioridad es muy difícil que desaparezca, y no hablo sólo desde el punto de vista musical, porque en nuestra historia se han arraigado un montón de comportamientos que son habituales en las colonias. Personalmente, yo no tengo este trauma porque cuando tienes la posibilidad de conocer mundo te das cuenta de que existen problemáticas idénticas o parecidas a las de los canarios. A veces, nos miramos más de la cuenta el ombligo y nos creemos más de lo que somos. Ninguno de los extremos es bueno, únicamente hay que ir en busca de las cosas que quieres conseguir.

¿Es fácil crear en un periodo de crisis?

¿Qué crisis? No sé dónde está tanta crisis viendo cómo están los centros comerciales o analizando los gastos de las navidades. En ciclos como este es cuando hay un margen para crear algo distinto. En los noventa, por ejemplo, también se habló mucho de dificultades económicas, quizás menos que ahora, pero en Canarias aparecieron talentos como Pedro Guerra o Rosana. En serio, la crisis económica no es tan grave como la ausencia de buenos gestores culturales que tengan un criterio y profesionalidad.

¿Faltan gestores?

No. Al contrario, hay muchos, pero la mayoría ocupan una plaza para la que no están capacitados o perfectamente podrían estar haciendo lo mismo en otra área que no tiene nada que ver con cultura. El único gestor bueno que conozco está en Mogán. Es una opinión personal, pero, sinceramente, creo que faltan gestores que conozcan cómo funciona el mundo de la cultura.