El consejo de guerra formado contar tres soldados acusados de insubordinación, cobardía y traición a la patria inspiró en 1934 uno de los clásicos de la literatura antibelicista: "Senderos de gloria", de Humphrey Cobb, y, veintitrés años después, una de las obras maestras del cine norteamericano, producida e interpretada por Kirk Douglas, entonces bajo la dirección de un joven Stanley Kubrick. Ahora, la compañía tinerfeña Burka Teatro lleva a escena un argumento que no ha perdido un ápice de su vigencia y que en 2010 aparece como un recordatorio de que el poder y la violencia se necesitan mutuamente.

Esta es una de las reflexiones que Burka trasladará al espectador en una obra cuyo estreno tendrá lugar el próximo sábado, a las nueve de la noche, en el Auditorio Capitol de Tacoronte.

"Nuestra adaptación parte tanto de la novela como de la película". explican Nacho Almenar y Aranza Coello, responsables de la compañía radicada en La Matanza. "Revisamos el filme, cuya estructura nos parece muy teatral, y acudimos, además, al traductor (de la edición española, publicada por Nebular) Juan José Pulido, con el fin de documentarnos. A raíz de ese trabajo previo decidimos conservar aspectos de la novela que en la película desaparecen, como la crítica a la religión, y distanciarnos de la versión cinematográfica, que, aunque ambientada en Francia durante la Primera Guerra Mundial, responde a las inquietudes de la sociedad norteamericana, que necesita la venganza y es sensible a sus efectos", resarcimiento que la novela "no depara".

En esta ocasión, Burka movilizará a nueve actores que interpretarán a los veintiún personajes de la obra, con el añadido de un músico: el percusionista Gustavo Rivero. Juancho Aguiar y Vicente Ayala interpretarán, respectivamente, al general Assolant y al coronel Dax (Kirk Douglas en la ficción cinematográfica), acompañados en escena por Carlos Brito, Amanhuy Cala, Aranza Coello, Zebenzui Felipe, Laura Marrero, Pedro Martín y Carlos Pedrós, todos bajo la dirección de Nacho Almenar, autor de la adaptación.

"Hemos introducido como novedad algunos personajes femeninos -explican los productores-, entre ellos una subsecretaria del Ministerio de Defensa, pues queríamos incidir en el aspecto político, que sobrevuela la historia en forma de presiones".

En el apartado visual, añaden, "simplificamos al máximo la escenografía, con seis módulos móviles que invitan al espectador a completar su propia representación". Por otro lado, "recurrimos a fondos por los que desfilan cuadros de los pintores románticos y neoclásicos, ofreciendo así un contraste entre la grandilocuencia de la guerra evocada en dichas obras con la miseria humana que pervive gracias a los conflictos".

En la versión escénica, la historia no está ambientada en ninguna guerra concreta. "Podría ser cualquiera de las conflagraciones mundiales, la guerra civil española o cualquier otro enfrentamiento moderno -explican Almenar y Coello-. Senderos de gloria nos sirve para mostrar la violencia como instrumento del poder. Es un recordatorio dirigido a nuestra plácida sociedad del bienestar. La violencia existe y nos rodea. Haya guerra o no, podríamos ser cualquiera de los personajes que aparecen en la obra, ya que muchas veces propiciamos con nuestra conducta que los conflictos bélicos se sigan produciendo".

Después de su estreno en Tacoronte, la obra viajará el día 19 a la casa de la cultura de Los Realejos y el 28 al teatro Víctor Jara, de Vecindario. Los días 19 y 20 de abril podrá verse en el Auditorio Infanta Cristina de La Gomera; cuatro días después estará en el centro cultural de Adeje y los días 30 de abril y 1 de mayo, en el teatro Leal de La Laguna.

"Si en Canarias consigues ofrecer más de treinta funciones de una obra, puedes considerarlo un éxito", aseguran los responsables de Burka, cuyo mayor éxito, "La lapa", les valió en 2007 una nominación a los Premios Max.

Aproximaciones a Boccaccio, Chéjov, Galdós o Sanchís Sinisterra enriquecen el bagaje de una compañía que siempre se ha caracterizado por la cuidadosa selección de sus materiales. "Nos gusta indagar, nos gusta leer", afirman Almenar y Coello, que defienden los fundamentos de un arte que "empezó con la palabra".