Dios que creó el mundo

con todo lo en él existente,

Él es dueño de su totalidad

guiándolo y dirigiéndolo constantemente

con mucha sabiduría y bondad.

Nunca, o casi nunca vemos

se hace tu voluntad ni la mía,

ni la del niño ni la del anciano,

en todo vemos la voluntad de Dios

porque todo le pertenece y lo controla,

todo está en su providencial mano.

No somos dueños de nada,

Dios nos lo presta gratuitamente

para que lo podamos disfrutar,

y por mucho que tengamos,

en el mundo lo hemos de dejar,

nos podemos llevar solamente

los actos o ideas buenas o malas

que hayamos querido o podido realizar,

y por las que nos habrán de juzgar,

no por las riquezas o ídolos que tengamos

sino por la fe, la humildad y paciencia

de olvidar odio y rencor entre los hermanos,

y las pruebas de cariño, comprensión y amor

sin distinciones de edades, ni razas,

ni ricos ni pobres entre todos los humanos.

No siempre se realizan

tus gustos o inclinaciones,

que todo vemos su divina voluntad

y cómo nos llegan sus intenciones

para guiar nuestra vida

y nuestra alma a lo mejor

cuando nos hayamos arrepentido

de todo lo que nos hemos equivocado

y de todos los pecados que hemos cometido,

pues sabemos que reconociendo nuestras culpas

Dios con su amor y su Cruz nos ha perdonado,

por lo que debemos seguir su camino

con mucha fe, esperanza y sin temor

que Dios nos lleva a la vida eterna

dándonos la verdadera felicidad y amor.

Consecuencia moral de esta fábula

Dar gracias a Dios por todo lo que tenemos y por todo lo que vemos en la Naturaleza, ya que la hizo para que la podamos disfrutar bien, por lo que tenemos que cuidarla siempre y no destruirla nunca.

Y también tenemos que arrepentirnos siempre de nuestros pecados, para que Dios nos lleva a la vida eterna con Él.

Mª del Carmen Pinto Dorta