Cree que los equipos deben estar siempre por encima de las individualidades y sobre esta idea lleva trabajando desde hace año y medio al frente de la dirección artística de TEA Tenerife Espacio de las Artes. Javier González de Durana (1951), miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, es consciente de que esta interminable crisis económica condiciona el despegue de un recinto museístico

que "tiene un pie puesto en el presente y mirando al futuro y otro en el pasado que nos hace saber cómo somos", señaló el doctor en Filosofía y Letras bilbaíno.

Dicen que el primero en llegar a un lugar que está por descubrir siempre lo tiene algo más difícil. ¿Ha sido este su caso?

Puede ser. Lo que ocurre es que yo me he especializado en poner en marcha museos (sonríe). Con este ya son tres los centros que he inaugurado. Pero más importante que hacer exposiciones, comprar obras de arte o ver cómo un montón de personas visitan el centro para el que trabajas es constituir un equipo humano. Un director debe ser una figura invisible porque nos suelen mover de un sitio a otro en poco tiempo. La idea es que mi salida, cuando se tenga que producir, no cause ni la más ligera vibración en el sismógrafo de esta maquinaria. Trabajo para que el TEA no note mi ausencia cuando me toque irme. Me obsesiona crear un equipo que esté a la altura del papel que tiene que jugar este museo en el futuro.

¿Conformar ese grupo humano es su prioridad en Tenerife?

En las actuales circunstancias no es importante que me haga famoso en Nueva York o que en Berlín me pidan obras que están en el TEA. Mi verdadera prioridad, ahora, es crear un equipo humano que tenga capacidad para participar en la gestión del museo.

¿Qué opinión tiene de su equipo de colaboradores ?

Este equipo humano es pequeño y muy joven y en su juventud, quizás, aún tiene que ir ganando más experiencia. Yo le meto caña para que sus miembros atraviesen rápidamente fases de madurez y alcancen el nivel que exige el TEA. Hay que ser imaginativos para concebir proyectos e ideas que nos hagan ser autosuficientes. Si logramos ser creativos vamos a ganar en originalidad y podremos gestionar aún mejor la economía del museo. Hay que saber distinguir que no siempre lo más novedoso no tiene que ser lo más caro.

¿Cómo tiene que ser el director de un museo como el TEA?

El director de un museo es un 10% de arte y un 90% de cosas a las que jamás pensó que le gustaría dedicarse... Debe saber de arte y tener un discurso, ser un gestor económico para ordenar el gasto, manejar la diplomacia para no herir sensibilidades, comportarse como un relaciones públicas...

Muchos empleos que trascienden más allá de lo que es el arte, ¿no?

Un director nunca va a estar contento con el dinero que recibe para la gestión del museo porque siempre querrá más. Es un captador de recursos que debe convencer a los empresarios de que el dinero que van a invertir en cultura se transformará en una operación rentable, pero también tiene que tener tacto porque el mundo artístico es individual y está lleno de peligros. A un artista hay que hablarle en términos artísticos; nunca con un discurso económico. Cometerías un error gravísimo si pones el dinero por delante de su obra para explicarle por qué aún no ha expuesto en el TEA o cómo es posible que no se hayan acordado aún de él. La diplomacia es vital para no herirlo.

¿Cree que el salto de calidad que debe dar el TEA puede estar condicionado por las barreras geográficas?

No. Hoy vivimos en una sociedad homogénea donde la información fluye a toda velocidad. Es verdad que es mucho más barato trasladar una exposición de Compostela a Madrid que de Santiago de Compostela a Tenerife, pero si el TEA no se deja conocer y nadie sabe de su existencia fuera de Canarias es porque se está haciendo algo mal que hay que corregir de inmediato.

¿Cuál es su posición frente a las teorías que hablan de una banalización de los centros de exposición de arte?

Los museos nos hemos convertido en tiendas y las tiendas se parecen cada vez más a los museos (ríe)... Los museos tienen que ser usados dentro de unos niveles de calidad y respeto al público al que te diriges. La idea es captar público sin tener que caer en la vulgaridad o trucos baratos. Si te pones a repartir cervezas y tapas gratis todos los días, seguramente, la gente vendría en masa, pero hacer algo así sería chabacano y un gran insulto a los ciudadanos. Un museo tiene que ofrecer diversidad dentro de unas reglas cívicas, no organizar fiestorros de madrugada donde al final sólo queda el descontrol. Tenemos que entender el nuevo concepto museístico como una especie de plazas públicas a las que nos apetece ir para disfrutar del contacto con el mundo del arte.

¿Por qué cuesta tanto vender un lenguaje artístico contemporáneo o vanguardista?

Ése no es un problema de 2010. El arte nuevo, llámese como se llame, fue rechazado en el último siglo y medio de historia. Nos cuesta, a mí también, pero el arte está buscando permanentemente acercarse a una frontera mental y visual que está sin descubrir. Es raro hallar un arte que te atraiga en el primer contacto óptico. Si ocurre, es porque lo que estás observando no es nuevo. Al público le apetece que le enseñen cosas que ya ha interiorizado, es decir, hoy existe la necesidad de acudir a una exposición de Andy Warhol que, seguro, en los años 60 no despertaban demasiado interés. El TEA debe ser un aliado para los artistas que exploran nuevas fronteras. Si ellos están aquí y nosotros hace 40 años, esto no tendría sentido. En el caso de que ocurriera algo parecido, que no es el caso, significaría que no estaríamos en el camino correcto.

¿Ha imaginado cómo será este complejo cultural en el futuro?

No... Además, la vida de un museo se mide en periodos de diez años y el TEA únicamente tiene uno y medio. Estamos construyendo un público; balbuceando un lenguaje artístico que no es fácil de transmitir pero que ya nos ha proporcionado algunos logros. Hay cosas que no se han hecho bien, pero lo importante es que están localizadas y trabajamos para hallar una solución definitiva, no un remedio pasajero. Tenemos un pie puesto en el presente y mirando al futuro y otro en el pasado que nos hace saber cómo somos... Aliados de los nuevos artistas y respetuosos con la obra que protegemos de Óscar Domínguez, Juan Ismael, Gonzalo González, Pedro González... Estas colecciones son de Tenerife; de la gente que las ha pagado con sus impuestos y nosotros las tenemos que poner en valor. Mostrarlas, no esconderlas en un almacén.

Poniendo en valor los logros ya anotados y los retos de cara al futuro, ¿cómo está siendo la evolución de TEA Tenerife Espacio de las Artes?

Estamos respirando con un mecanismo de ventilación asistida, pero con unos mínimos que son suficientes para ofrecer un trabajo digno. Está claro que estamos condicionados por la crisis económica y que existe una diferencia de potencial entre lo que son nuestras infraestucturas y los contenidos artísticos que hay en su interior. Lo más importante es que el oxígeno que metemos en nuestro cuerpo es sano y, aunque es poco, miramos con optimismo los próximos años. Si cuando finalice este mal ciclo económico el TEA no consigue cambiar la tendencia y aspira a crecer, entonces, habría que analizar para qué ha servido una inversión pública de estas proporciones si lo que ofreces podía estar cómodamente en otro edificio. Trabajamos para que eso no ocurra.