Los investigadores Eduardo Almenara y Candelaria Martín del Río tratan de esclarecer el paradero de una colección de piezas egipcias, de entre el 3.600 y el 1.320 antes de Cristo, que intercambió en 1908 el Museo de Liverpool con el Museo Canario y que podrían estar en manos de un particular.

Ambos explican en una entrevista que este intercambio fue legal, su hallazgo no ocasionará problema alguno a su propietario y lo que desean los investigadores es estudiar estas piezas.

La colección podría estar compuesta por cerámicas y objetos de piedra y pedernal de un amplio período, entre la época pre-dinástica y del Reino Nuevo, según indican las actas del Museo Canario (Gran Canaria) correspondientes a la discusión del intercambio.

"Se trata de poner nombre y apellidos a la excavación de la que proceden para restituir su historia y encajar la pieza en el rompecabezas", señala Candelaria Martín, que prepara su tesis sobre el Egipto Predinástico en el Departamento de Prehistoria, Antropología e Historia Antigua de la Universidad de La Laguna.

Ambos investigadores comenzaron a estudiar en 1990 la historia de una colección de trece vasos egipcios del Museo Municipal de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife con los que, diez años después, se hizo una exposición de la que fueron comisarios.

Eduardo Almenara, que ha trabajado en un gabinete técnico de arqueología, precisa que en su investigación partieron "de cero" y a partir de 2006 "empezaron a saltar datos" ya que desde la época de la exposición habían quedado "lagunas", subraya Candelaria Martín.

La colección egipcia del Museo Municipal de Santa Cruz está compuesta por trece objetos de cerámica, uno de ellos de una tumba real, de la "máxima calidad" y procedentes del Museo de Liverpool, pero se desconocía su origen, de qué tumba procedían y por qué habían llegado al Reino Unido.

"Con la historia podría hacerse una película", señalan Almenara y Martín, quienes indican que una de estas piezas data del 3.600 AC, el objeto egipcio más antiguo en una colección española.

Al indagar en la historia de estos objetos los investigadores descubrieron que en 1908 pasó sus vacaciones en Canarias Peter Entwistle, conservador del Museo de Liverpool y encargado de la colección cerámica de la institución.

Cuando visitó Tenerife, Entwistle se entusiasmó con unos azulejos holandeses del siglo XVII que habían sido desmontados de la cúpula del antiguo convento franciscano de San Pedro de Alcántara, sede del Museo Municipal en la época y cuya parte superior amenazaba ruina.

Entwistle propuso al director del museo tinerfeño, Teodomiro Robayna, que intercambiase 36 de estos azulejos con material egipcio de la colección de Liverpool, que llegaron a la isla en abril de 1908 a bordo del vapor "SS Addah".

Los investigadores han tenido que reconstruir la historia de este intercambio porque los archivos del Museo de Liverpool fueron destruidos en un bombardeo en la II Guerra Mundial, en el que también se perdió toda su colección egipcia, procedente de las excavaciones de la Universidad de esta ciudad británica y de donaciones particulares.

Ello implica que de estos fondos sólo han sobrevivido los cedidos a Canarias, en donde probablemente se desconoce el valor de este material, pues un vaso de borde negro de 5.000 años de antigüedad alcanzaría un precio astronómico en el mercado.

Los objetos que envió Entwistle a Tenerife "vienen de la mano del padre de la egiptología moderna", W.M.F. Petrie, y de un pupilo suyo, John Garstang, que excavaron en 1905 en Hieracómpolis, cerca de Asuán, al sur de Egipto, aunque también hay piezas procedentes de Esna, Edfu y Abydos.

Esta última localidad y Hieracómpolis fueron dos de los tres primeros reinos en Egipto, en la época Predinástica anterior a los faraones, y hay imágenes del diario de excavación de Petrie y de los objetos tal y como se encontraron.

A través de la signatura con la fecha y el número de las piezas constataron además que uno de los objetos procede del ajuar funerario del rey Ka, tercer rey predinástico -alrededor del 3.100 AC- en Ábidos y predecesor de Narmer, quien por tradición se considera el primer monarca de Egipto.

Otro grupo de cerámicas procede de un cementerio situado en un recinto ceremonial de los últimos monarcas de la segunda dinastía que posteriormente los árabes denominaron "El Fuerte" por su aspecto militar y situado en Hieracómpolis.

Hieracómpolis tuvo una importancia religiosa "de primera línea" y de este emplazamiento procede el dios Horus, mientras que Abydos fue "el tercer reino en discordia" y lideró la unificación del país. Allí se enterraron la mayor parte de los reyes del periodo predinástico.

Posteriormente, los investigadores entraron en contacto con la familia de Peter Entwistle, fallecido en 1939, y le enviaron su currículum, en el que para su sorpresa se indica que también hizo un intercambio con el Museo Canario, en Las Palmas de Gran Canaria.

El Museo Canario, fundado en 1879, era ya una institución consolidada y previsiblemente su colección de cráneos, momias y restos de aborígenes canarios, como pintaderas y vasijas, debió impresionar a Entwistle.

Sin embargo, el secretario del Museo puso objeciones al intercambio con el argumento de que la institución estaba dedicada a los aborígenes canarios y no tenían cabida las piezas egipcias, por lo que en última instancia se dejó la decisión en manos del director.

Los investigadores creen que el depositario del intercambio con Liverpool fue quizás algún miembro de la junta del Museo Canario y, del currículum de Entwistle, que aspiraba al puesto de conservador jefe de Liverpool, se desprende que envió a Gran Canaria un conjunto de utensilios egipcios sin especificar a cambio de material guanche.

En 1968 el Museo de Liverpool se puso en contacto con el Museo Municipal para indagar el destino de las piezas intercambiadas antes de la guerra, pero el director de la institución científica canaria, Miguel Tarquis, había fallecido y nadie contestó.

"Si por los azulejos del Museo Municipal de la capital tinerfeña se enviaron trece objetos, todo hace pensar que con el Museo Canario el intercambio fue de una magnitud diferente, superior. Lo que hay en Tenerife sería una broma con lo que puede haber en Gran Canaria", destacan los investigadores.