Se siente agradecido por las vivencias que ha experimentado junto a Chico Buarque, Gilberto Gil, Caetano Veloso o Nana Vasconcelos, pero, a su vez, sabe que para culminar un periodo de aprendizaje es necesario entregar y recibir. Vinicius Cantuária, nacido en 1951 en la región amazónica de Manaos, planifica desde su residencia neoyorquina los contenidos de su primera gira por Canarias. Señalado por los críticos como el máximo exponente de la "Bossa Nova" del siglo XXI, el cantautor brasileño tiene claro que "la grandeza de un artista reside en saber escuchar y aceptar una crítica. Estar preparado para volver a ponerse en pie tras una caída", explica un músico que mostrará su "taller" sonoro los días 20 y 21 de mayo en el Auditorio de Tenerife y en el Teatro Circo de Marte de Santa Cruz de La Palma. El ajetreo urbano del mediodía de Brooklyn se filtra en el desarrollo de una entrevista que se sumerge en una mente por la que navegan recuerdos de Bill Evans, Antonio Carlos Jobim, Miles Davis o Chet Baker.

¿Qué sensaciones le genera que su carrera esté ligada a grandes nombres de la música?

Es lindo saber que un día estuviste al lado de estrellas como Gilberto, Chico, Caetano... El orgullo que te produce estar cerca de los grandes no desaparece nunca, pero todo es parte de un aprendizaje que circula por una autopista de doble sentido, es decir, ellos me dan cosas y yo les doy a ellos. En cualquier caso, me siento un privilegiado porque, además de ser todos unos artistas extraordinarios, en ellos encontré la amistad.

¿Le responsabiliza formar parte de un club tan selecto?

No... No me asusta (ríe). Estar en una posición ventajosa con respecto a otros músicos me motiva y genera en mí la sensación de ser cada vez más ambicioso. La grandeza de un artista reside en saber escuchar y aceptar una crítica. Incurrir en algún fallo es inevitable cuando trabajas, pero no puedes vivir pendiente de los errores. Un músico, un escritor, un pintor... se equivocan en su trabajo porque el error está en la experiencia, pero lo más importante después de sufrir una caída es ponerse en pie para continuar adelante. Si no arriesgas, no hay premio.

¿Siente algún tipo de envidia con respecto a los músicos de masas?

Lo más importante es que cada uno sepa dónde está su espacio. Todos no pueden reunir a miles de personas en un concierto. Soy como un viejo "cassette" (sonríe) ... Conozco la cara más popular a través del éxito que tiene mi música en Brasil y la cara menos comercial. Respeto mucho al músico que siente esa sensación de soledad que se genera entre el escenario y una platea casi vacía.

Pero, al final, todo depende de las ventas, ¿no?

Estoy en el grupo de los músicos que unas veces venden un montón de discos y otras menos, pero esa variante no influye en mi proceso de creación. Conozco bien las dos caras de este juego y acepto formar parte de él porque no sé hacer otra cosa. ¿Tiene que ser triste vender un montón de discos y no sentirte músico? (silencio)

¿Vinicius Cantuária se considera un artesano de la música?

Mi estudio es el taller de un artesano al que le gusta pintar sus canciones con colores e historias con emoción. Eso sí, un taller en el que hay guitarras, teclados, percusión y ordenadores. Es un mundo en el que hay música cruda, sin cocinar, y la tecnología que necesito para darle el punto perfecto. Reconozco que no soy demasiado estricto con el horario, pero sí disciplinado. El taller (estudio) está en mi vida y necesito visitarlo, menos cuando estoy de gira, a diario para encontrarme con algo que forma parte de mi existencia (Vinicius saca unos acordes de una guitarra).

Guitarra, percusión, teclados..., ¿con qué instrumento se siente más cómodo?

Creo que jamás podré aparecer en un escenario sin una guitarra. Me gusta la percusión, los teclados y otros instrumentos, pero ahí arriba sin una guitarra es como estar desnudo ante unos desconocidos. No sobreviviría en una isla desierta sin una guitarra... Además de un instrumento hermoso, es mi amiga. Es como si ahora le quitas los colores a un pintor o las palabras bonitas a un escritor.

Hablando de islas, ésta es su primera gira por Canarias. ¿Qué espera de ella?

Tenerife y La Palma suponen nuevos retos para mí. He tocado mucho en España, pero nunca en Canarias. Tengo referencias de los gustos musicales que existen en las islas y me apetece medirme a este público. Yo y mi guitarra. No hay más. El espectáculo que llevo no es el que forma parte de mi último álbum ("Samba Carioca") porque quiero crear dos conciertos íntimos en los que vayan saliendo temas de largo recorrido, trabajar con la saudade (emociones) de los espectadores y el silencio.

¿Qué tiene de especial ese juego entre el sonido de su guitarra y el silencio?

Cuando surge la música se rompe un cristal imaginario que separa lo que hago en el escenario y lo que esperan los espectadores en sus asientos. Mi intención siempre es hacer algo distinto y correr riesgos por diferentes caminos. No sé si son mejores o peores, pero trato de no aburrir. Un trabajador tiene en mente tres o cuatro rutas para llegar a su puesto de trabajo, pero al final siempre llega a la oficina. Yo no lo tengo tan fácil. Los músicos, los escritores, los cineastas o los pintores tenemos la libertad de crear sin reglas... Ese es un privilegio que no tienen los médicos, arquitectos o científicos, que están sujetos a un método. Se les permite experimentar, aunque sin renunciar a unos conocimientos previos.

¿No se ha cansado aún de experimentar con la música?

Sigo en ello (vuelve a reír)... Si me hubiera rendido no habría encontrado nunca el amor que le tengo a la profesión de músico. Soy un creador con inquietudes que espera que una frase encienda su imaginación. Procuro que la inspiración llegue cuando estoy trabajando, si no, anoto la idea en un trozo de papel y aguardo en silencio a ver si vuelvo a sentir lo mismo. En la vida pocas cosas ocurren de forma casual.

¿Ni siquiera las fusiones musicales?

Eso tampoco. Para llegar a la fusión hay que arriesgar antes con la intención de crear esa mezcla sonora. El jazz y la samba se necesitan. Son dos estilos que llevan años buscándose y que han derivado en un género de calidad. Defiendo un jazz de profundas raíces, emblemático y de improvisación. Me gusta crear un encuentro sonoro entre estilos distintos que acaban derivando en una composición llena de vida. En este sentido, creo que la "Bossa Nova" son emociones humanas. Canciones que se pueden acariciar.