Guillermo González (Tejina, 1945) es un reconocido maestro del piano a nivel internacional, tanto en su faceta de artista como en la docencia. Durante cinco días ha formado a un grupo de quince alumnos dentro del II Curso de Interpretación Pianística, incluido en la V edición de los Caprichos Musicales de la Isla Baja. Ellos protagonizarán hoy un recital de clausura, a partir de las 20:30 horas, en el Ex Convento de Santa Domingo de Garachico, con un repertorio con obras de Scarlatti, Beethoven, Liszt, Chopin, Albéniz y Rachmaninov, entre otros.

¿Cómo son los alumnos de este segundo año?

El primero fue un curso de iniciación y este más de consolidar criterios ya aprendidos. Son quince, número ideal para los cinco días que dura el curso. Han llegado de las islas, pero también hay una chica coreana y un chino. En cuanto a edades, tenemos desde profesores y antiguos alumnos, que han querido que les de clase de nuevo, hasta jóvenes. Por eso hemos establecido dos niveles, siempre con un sentido profesional de la enseñanza musical.

¿Hay "madera" de artistas?

Algunos ya están estudiando en el Conservatorio Superior o, incluso, en el extranjero y por supuesto que, no ahora, sino desde siempre ha habido y hay gente con muchas posibilidades. Cada vez me sorprende más el nivel en calidad y cantidad de la cantera musical canaria. De eso he hablado hoy (por ayer) con el alcalde de La Laguna (Fernando Clavijo), porque necesitan ayudas institucionales para seguir. Tengo el temor de que si llegan haya menos vocaciones porque parecen ir contra corriente. Hay gente con grandes cualidades para el canto y los diferentes instrumentos. Incluyo el piano, aunque ha habido un ligero descenso de practicantes en los últimos años.

¿Qué espera del concierto?

Creo que va a ser muy bonito porque se van a mezclar para enfrentarse al público alumnos con profesores que han vuelto a recordar su formación. Yo pensaba participar de manera activa si no hubiera habido gente para desarrollar el programa previsto, pero ellos serán más que suficientes. Así que a mí me va a tocar descansar.

Parece que Caprichos Musicales de la Isla Baja se consolida.

Va a más y lo noto cada año. No esperaba menos porque ahí está en la organización Lorenzo Dorta al que no hay viento que lo doblegue. Somos amigos desde hace muchos años, los dos de pueblo y los dos molineros. Es una garantía y yo estoy dispuesto a seguir aportando mi granito de arena.

Usted vuelve a casa cada verano. ¿Sigue sintiendo nostalgia?

Me considero ciudadano del mundo. Llevo ya cincuenta años fuera de la isla y cuando vuelvo disfruto de los largos paseos por los lugares de mi infancia y, también, de los olores de esa época. Me reencuentro con los amigos y participo en proyectos como los Caprichos para ayudar a los jóvenes. Eso me hace feliz, no creo que haya que quedarse en la nostalgia.

Al final no se han podido dar los cursos en la Casa Soler.

No, por una cuestión de permisos. Pero el marco del Convento de Santo Domingo, el Auditorio de Garachico, ha sido excelente.

¿También nota la crisis el mundo de la cultura?

Por supuesto, aunque algo menos en el mundo oriental, sobre todo en China, un país emergente. Desarrollo buena parte de mi carrera allí y es distinto. En Europa se nota al organizarse menos actos y existir más dificultades para pagar. Hay muchos proyectos que están tambaleándose o, simplemente, se han perdido.

Usted es un experto en Albéniz. ¿Queda mucho por descubrir del universo de este compositor?

Bastante, aunque murió hace cien años. Queda mucho por analizar y desarrollar de su obra musical, muy española. Del auge actual de su figura creo que, modestamente, tengo bastante culpa por lo mucho que lo he estudiado e interpretado.