Más de dos décadas después de su último discurso en la Sala Palatului de Bucarest, el que fuera dictador rumano Nicolae Ceausescu promete volver a llenar el escenario de los congresos del Partido Comunista resucitado como protagonista de una película.

"Autobiografía de Nicolae Ceausescu", un filme sobre la vida del Conducator durante el cuarto de siglo que estuvo en el poder, se presenta hoy al público en Rumanía.

Por si no fuera suficiente el simbolismo del lugar, la organización dejará entrar gratis a aquellos que presenten en la puerta un billete de cinco lei de la época comunista.

"La película dura tres horas y está hecha exclusivamente de imágenes reales de archivo en las que aparece Ceausescu", explicó su director, Andrei Ujica.

Todo el material, seleccionado entre las más de mil horas de grabaciones que legó el tirano a la televisión rumana, tiene en su origen un objetivo propagandístico, que no obstante sirve a Ujica para mostrar la evolución de una dictadura personalista y de su líder máximo, un hombre apartado, por el poder absoluto, de la menor racionalidad o mesura.

"Buscaba en estas imágenes una parte humana, un reflejo de la realidad, y lo encontré", dice Ujica.

"Por eso pude hacer la película", añade el director rumano, cuyo mayor reto fue dotar al filme de un ritmo narrativo sin recurrir a una voz en "off" o algún otro recurso vertebrador.

"Quería hacer una película de no ficción y no un documental, no recurrir a apoyos no cinematográficos y utilizar las imágenes reales de archivo como si fueran filmadas por uno mismo", asegura.

El éxito de crítica cosechado en los festivales de Cannes, San Sebastián, Toronto y Nueva York hacen pensar al director que consiguió su objetivo.

Este peculiar retrato de quien se hizo llamar Genio de los Cárpatos comienza con el Ceausescu descompuesto y desafiante del juicio sumarísimo que le llevó al paredón el día de Navidad de 1989.

El gesto sirve a Ujica para lanzar al sátrapa defenestrado a una mirada al pasado no exenta de momentos de farsa, que tiene uno de sus pasajes cumbres en la decisiva visita a China y Corea del Norte en 1971.

Ceausescu quedo marcado por el modelo comunista de Mao, se propuso trasplantarlo a Rumanía, y "la propaganda se volvió cada vez más grotesca, escapó de todo control y provocó el ridículo generalizado", cuenta Ujica, para quien "el elemento cómico es inherente a cualquier dictador".

"Lógicamente es algo involuntario; como se ve en el filme, Ceausescu es muchas veces un Louis de Funes del marxismo", agrega.

Pero lo que más impresiona al cineasta es la evolución de la mirada del Conducator, que se vuelve cansada, sombría y desconfiada a medida que pasan los años.

"Se ve muy bien el proceso de envejecimiento del hombre, aunque también influyen la soledad del poder y la desesperación que esto provoca, la pérdida del sentido de la realidad o la preocupación por no poder finalizar una obra en la que Ceausescu creyó hasta el final", afirma Ujica.

La historia de Nicolae Ceausescu contiene todos los ingredientes de una tragedia canónica de dictadores. "Es un destino ejemplar para cualquier dramaturgo, algo desconocido en Europa desde la Revolución Francesa", añade.

Con el delirio megalómano, la ruina material, la humillación del pueblo y el abrupto final, televisado en directo para todo el país, Ujica ha contado esta historia con una óptica propia, pero a través de los ojos del dictador.

La cinta es "autobiográfica" porque es Ceausescu al borde de la ejecución quien rememora en la cinta sus años de primer camarada, y también porque él mismo es protagonista de unas imágenes que mandó filmar a su gloria y gusto.