Hace dos meses se hizo cargo de la dirección artística de la Compañía Nacional de Danza después de acumular varios años de experiencia junto a Nacho Duato, creador de las tres coreografías que se representan mañana y el domingo en la sala de cámara del Auditorio de Tenerife. Hervé Palito viene al frente de la Compañía Nacional de Danza 2 con un espectáculo que incluye los títulos "Without Words", "Gnaway" y "Jardi Tanca". Bailarín, maestro y director de compañías como el Béjart Ballet Lausanne, el Aalto Ballet Theater Essen o el Ballet de la Comunidad de Madrid, el artista nacido en la localidad gala de Saint Martin de Re Charente Maritine asegura que "ésta es una oportunidad inmejorable para ver en directo las últimas coreografías de Nacho".

¿Cómo vive un francés el reto de dirigir a la Compañía Nacional de Danza de España?

Yo me marché de Francia cuando tenía diecinueve años. Después he vivido en Bélgica, Suiza, Alemania, Canadá… España es lo más cerca que he estado de mi país (sonríe). Aquí me siento en casa. Ya son nueve años y estoy muy cómodo; lo que ocurre es que yo entiendo la danza como una sola nación en la que no hay alemanes, franceses, españoles o belgas… Sólo hay bailarines que hablan un lenguaje universal.

¿Cuesta asimilar el legado de Nacho Duato?

Nacho es un artista muy querido en España y eso se nota cuando te mueves con uno de sus espectáculos, pero en esta fase no es necesario que él esté presente en nuestro trabajo diario porque he sido su segundo durante mucho tiempo y sé perfectamente cómo quiere que se hagan las cosas. Igual, eso me hace ser más exigente a la hora de pedir cuentas. Trabajar con él ha sido una gran ventaja para mí, pero ahora soy yo quien toma las decisiones. El que acierta y el que se equivoca… Ahora, ya no siento el egoísmo y el placer que tiene un bailarín sobre el escenario, pero me lo paso igual de bien.

¿Entonces, es cierto lo que se dice sobre el carácter egoísta de los artistas?

Bailar es un placer. Un placer egoísta y cuesta mucho darse cuenta de que un día tienes que dejarlo. Nosotros necesitamos ser mirados por el público, pero el joven que lucha por ser bailarín no piensa en la cantidad de personas que lo van a llegar a ver algún día, sino en cada uno de los esfuerzos que tiene que reunir para convertir en realidad su sueño. La danza hay que disfrutarla y, a veces, tienes que pasar por encima de tus dolores. La disciplina es algo con lo que tienes que aprender a vivir, si no, no aguantas.

¿Ha cambiado mucho su vida al aceptar un puesto tan deseado?

Sé que estoy en un cargo que genera celos y envidias, pero no me asusta el reto de tener que tomar decisiones. Es algo distinto, pero tengo cuarenta y cuatro años y llevo cerca del mundo de la dirección desde los veinticinco, es decir, diecinueve años. Estoy acostumbrado a tener responsabilidades y cuando me dieron la posibilidad de estar aquí, no quería que esto fuera una etapa de transición (el puesto es por concurso y durante un año), sino ser libre para crear mis propios proyectos. En este sentido, estamos a punto de estrenar una obra nueva.

¿España continúa siendo un país sin tradición en el mundo de la danza?

En España la danza no está bien valorada, pero hay gente que está trabajando muy duro para cambiar esa mentalidad. Lo que no puedes hacer es pararte y esperar a que un político marque las líneas de actuación para el futuro porque, sencillamente, no lo va a hacer. Lo importante es crear una comunicación entre lo que sucede en un escenario y el público; que el espectador entienda que no hay nada de elitismo en lo que hacemos. En Francia o Alemania la danza se asimila como algo normal dentro de las artes escénicas, aquí esa tradición no es tan sólida.

¿Pero tiene la sensación de que se ha avanzado algo en los últimos años?

Para mí es muy difícil realizar un juicio tan preciso. Yo prefiero quedarme con las sensaciones que me transmite la gente. A veces, invito a una persona a que acuda a ver danza por primera vez y al final de la función me dice: "Ha estado bien, pero no he entendido tal cosa…" En la danza no hay nada que entender, sólo hay que sentir. Esto es una cuestión que es más emocional que intelectual... Habla el cuerpo. En el proceso de dar forma a un proyecto sí interviene la inteligencia, pero en cuanto apareces en escena, sólo hay emoción.

¿Qué tendría que pasar en España para que la danza tuviera mayor protagonismo?

Si quieres encontrar talento tienes que poner los medios imprescindibles para crear una base más o menos sólida. No hace falta ser muy bueno para esperar a que te ayuden. Primero, hay que apoyar a aquellas personas que sienten la danza. La selección natural viene después… Si un coreógrafo es malo no va a lograr vender sus proyectos. Por muchas ayudas que reciba, el público es el que al final decide si tiene calidad para seguir en un escenario.

¿Un bailarín de una compañía con menor "gancho" publicitario puede convertir realidad su sueño?

Hasta que un sueño no se rompe hay posibilidades de convertirlo en realidad. En la danza, al igual que en otras muchas facetas de la vida, el boca a boca funciona muy bien. Si algo pasa, el público lo va a contar. Cuando te mueves en un espacio dominado por la calidad, honestidad e integridad humana, no artística, el espectador percibe unas señales positivas. Una obra bien hecha siempre acaba por atraer a los espectadores…

¿Desde su condición de director artístico de la CND, se siente como un "examinador" frente a los jóvenes que buscan su oportunidad?

No (ríe)… Mi personalidad me lo impide. Sé cuándo hay que encontrar respuestas con buenas palabras y cuándo tengo que actuar con más rigidez. Cada persona es distinta y mi objetivo es intentar sacar el máximo; llegar hasta donde sea posible llegar. Yo, intentando ser una ayuda, y el artista que me interesa impulsar, teniendo una buena predisposición para ser ayudado. En esta compañía hay un potencial de talento muy grande.