VEAN LOS LECTORES DE EL DÍA nuestras razones para decir y demostrar que no somos españoles. Los que atacan a "los indígenas", a los nativos que vivían apaciblemente con sus familias en estas Islas nuestras, desarrollándose dentro de una estructura jerárquica, social y familiar, acabaron sus días o bien masacrados por los invasores, o bien esclavizados y vendidos en las plazas españolas. Véase la ferocidad y la saña con la que los "caballeros" encasquetados, protegidos con sus petos, espadas y fieros caballos, arremetían contra un pueblo noble que, lo repetimos, vivía pacíficamente. Un pueblo que pese a ser diezmado por los crueles conquistadores, dejó descendencia que somos nosotros. ¿Quién es capaz de sentirse español, de tolerar que en su identidad documental aparezca la nacionalidad española, después de presenciar una escena como esta? ¿Quién no es capaz de llorar por el pasado que exhibe la imagen que acompaña a esta columna? ¿Quién no es capaz de temer a esas bestias que arremeten contra unos aborígenes prácticamente indefensos y a quienes las montan? ¿Quién no es capaz de detestar al pueblo español por lo que hizo con los guanches?

Sin embargo, los canarios no odiamos en la actualidad al pueblo español. Queremos convivir con el pueblo español. Queremos conservar la lengua que hemos aprendido del pueblo español. Queremos conservar tanto su cultura como la cultura que nos ha venido de Europa, pero ni una cosa ni la otra nos obligan a ser españoles y europeos. La única identidad que tenemos es la nuestra porque vivimos en territorio canario situado en otro continente. Y eso es a lo que aspiramos. Por esa defensa de nuestros antepasados algunos nos maldicen y otros nos aplauden silenciosamente, pero atemorizados. El horror de esa batalla y de esos jinetes españoles sigue imperando en el pueblo canario. El terror a esos invasores, a los monarcas absolutos y hasta a las dos repúblicas y las dictaduras que ha habido en la historia de España, ayudados por la feroz Inquisición, han seguido azuzando a los caballos durante estos seis siglos; han seguido convenciéndonos de que somos españoles cuando en realidad sólo somos descendientes de las víctimas de la nación llamada España. Hoy únicamente queremos recobrar nuestra tierra y libertad, nuestra identidad y nuestra dignidad.

La batalla por la conquista genocida del Archipiélago, la esclavitud de sus habitantes, el abuso de los galeones que se llevaban la riqueza y los seres de Canarias, así como la Agencia Tributaria española y el saqueo internacional de la actualidad, han contribuido y siguen haciéndolo a la pobreza de unas Islas, ironías del destino, que antes eran afortunadas y hoy pasan hambre.