María Moliner se dedicó durante quince años a preparar su "Diccionario de uso del español", obra fundamental de la cultura en español del siglo XX, pero hay otras muchas facetas de la vida de esta mujer que se ignoran y sobre las que ahora Inmaculada de la Fuente arroja luz en una biografía.

El libro se titula "El exilio interior. La vida de María Moliner", y en él la autora huye de los estereotipos que rodearon la trayectoria de esta gran lexicógrafa y recrea las distintas etapas vitales de quien fue condenada al ostracismo durante el franquismo y quizá por eso "tuvo tiempo" para sacar adelante esa magna obra que es el Diccionario.

Como señaló ayer De la Fuente al presentar el libro, editado por Turner, María Moliner tuvo siempre fama de "ama de casa" y de "persona abnegada" porque consagró buena parte de su existencia a las palabras, pero también fue "una mujer con una gran ambición intelectual y con afán de superación".

En realidad, subraya, es "una figura clave del siglo XX, una autora que escribe un diccionario (iniciado en 1952) en el que actualiza ella sola todos los términos del de la Real Academia Española (RAE)". Cabe recordar que en 1972 La docta institución no respaldó con los votos suficientes la candidatura de María Moliner, y sí apoyó la de Emilio Alarcos, que competía con ella por la misma plaza.

Inmaculada de la Fuente cree que la Academia no tenía especial interés en que Moliner entrara en la Academia, dado que "la veían como una intrusa".

Esta mujer había estudiado la licenciatura de Historia en Zaragoza "y no estaba considerada filóloga", a pesar de que demostró sus grandes conocimientos de lexicografía en su monumental Diccionario.

Y sin duda, en el rechazo de la RAE "también influyó el hecho de que fuera mujer" y el que su obra "cuestionara" el Diccionario académico. "Fue admirada por algunos académicos, pero en cierto modo no fue valorada", añadió De la Fuente, periodista del diario El País y autora de los ensayos biográficos "Mujeres de la posguerra" y "La roja y la falangista".

A la hora de acreditar sus méritos para ser académica, Moliner solo aportaba el Diccionario. "Si el Diccionario no les parecía bastante a los académicos, ¿para qué buscar más?", decía De la Fuente.

"Con el paso del tiempo, no haber entrado en la Academia no le resta nada a María Moliner, y acaso sí a la Academia", comentaba la autora.

"Puntillosa y prolija", Moliner se planteó el Diccionario como una obra personal y, a medida que iba avanzando el proyecto, se dio cuenta de que cada vez era "más apasionante" y de que necesitaría "un siglo" para acabarlo. Por eso buscó colaboradores ocasionales, pero con una labor "muy secundaria".

"La que tenía en su cabeza el diccionario era ella, pero necesitó ayuda porque, si no, se hubiera vuelto loca", aseguraba la autora de "El exilio interior. La vida de María Moliner", una obra que, como recordó la editora Pilar Álvarez, ve la luz cuando se cumplen treinta años de la muerte de la gran lexicógrafa.

Moliner empezó en 1952 con su titánica obra, cuyo primer tomo apareció en Gredos en 1966. Un año más tarde vería la luz el segundo.