Víctor Bidart (Mar del Plata) es una máquina de fabricar humor que irradia a través de todas las profesiones que desempeña: actor, guionista de teatro, radio, televisión y cine, compositor de canciones y dibujante humorístico. También es el padre de "Don chicharro", protagonista de la viñeta que publica desde hace más de diecinueve años en EL DÍA. Este argentino, afincado en Tenerife desde hace dos décadas, actuará hoy y mañana, a partir de las 21:00 horas, en el Paraninfo de la Universidad de La Laguna, donde presentará, acompañado de su provocativa guitarra, el espectáculo "El que ríe el último ríe al final", promovido por Euritmia Cultural.

Usted ha nacido para hacer reír, ¿le gusta cosquillear?

Me gusta más de lo que me dejan, pero el humor es una estrategia de vida porque me pego un tiro o salgo como estos yanquis enloquecidos con una ametralladora a cargarme a todo el que no me gusta. Como no tengo coraje para ninguna de las dos cosas por falta de valentía, me he hecho humorista. Este mundo sería insoportable sin el humor.

¿Qué diferencias ve entre un cuentacuentos, un monologuista y un cuentachistes?

Son distintos, aunque a veces se confunden los campos. Un cuentacuentos es un poco heredero de la tradición oral. Hace lo mismo que nuestras madres y abuelas, referir una historia sin adornos escénicos ni complicaciones dramáticas. El monologuista utiliza ya recursos más dramáticos, aunque viendo la tele es un arte bastante depauperado. Con el Club de la Comedia se ha creado una especie de industria del monólogo que por un lado difunde, y es bueno, pero por otro ha hecho que se descuide un poco la profundidad de las cosas y da la impresión de que son los mismos monólogos. A los cuentachistes los admiro muchísimo. Es una música que me ha sido vedada. El chiste es la chispa del fuego y como tal tiene que ser perfecta. Es un arte difícil de aprender y no creo en la inspiración, sino que es algo natural.

¿Dónde se inscribe usted?

No me incluyo en ninguna de las tres. Soy una persona que vive haciendo humor y mirando las cosas con una lente de humor, porque si no sería insoportable. Tampoco me quiero hacer la víctima. Vivo entre tanta farsa, hipocresía y mentira que la única manera de soportar este estado es un poco tomándolo en broma. Pero, ojo, es serio porque es un modo de análisis. El humor no es liviano. El humor es un compromiso, es analizar. Para reírse hay que analizar y si no analizas tienes que vivir con un montón de porquería. No se evade, sino que se profundiza en las cosas. Por eso se hace generalmente humor en contra de algo y casi nunca a favor. El humor es crítico en general, al menos choca contra esa realidad, no la acompaña.

¿Cuales son las claves del lenguaje del humor, y las suyas?

Hay ciertas reglas que no fallan nunca, por ejemplo la desjerarquización. Si se me escapa un gas en una ferretería no es igual que si se me escapa en una iglesia durante una misa. Otras de las claves es la interrupción de una sucesión lógica: cuando una persona va por la calle y se resbala con una cáscara de plátano nos reímos involuntariamente, sin maldad, porque es el fracaso de una sucesión lógica que tenía que haber acabado de otro modo. En mi caso el humor lo tomo como una forma de rebeldía, de no aceptar la realidad que el mundo establece. Entonces echo mano de estos recursos. Por ejemplo, hablar en broma de cosas muy serias. Es muy efectivo, aunque lo fundamental es saber reírse de uno mismo. Es lo primero de todo.

¿Y su fuente de inspiración?

El humor está en todas partes, pero hay que ponerse las gafas adecuadas para encontrar ese tesoro en cualquier lado. Cuando logras vivir en clave de humor percibes las cosas de otra forma.

A pesar de escribir guiones, ¿suele usted improvisar?

Soy bastante ordenado en esto, pero a veces me traiciono de forma involuntaria. No soy partidario de estar continuamente improvisando, porque no creo que sea bueno para el público. No puedes someter al espectador a tu propio desorden, por eso no parto de la nada. Lo importante es que la gente se lo pase bien y saber cuando cortar. Es un desafío de "feedback", de intercambio. El humor es contagioso porque rompe las inhibiciones.

¿Cómo es el canario ante el humor?

Al canario le gusta mucho el humor, es chistoso, aunque utiliza mucho la socarronería, y no me gusta mucho cómo se hace a veces. Lo que sí te digo es que el público canario es el mejor de España para lo mío. He estado en Madrid, Barcelona, Bilbao... y hay un acercamiento al humor menos espontáneo. El canario se corta menos en este espectáculo, es más desinhibido. Participa con mucho más desparpajo y espontaneidad en el hecho cómico que el de otros lugares. Es un público muy cálido, agradable y se enrolla.

La risoterapia es buena para la salud, ¿porque cree que la Seguridad Social no receta entradas para este tipo de espectáculos?

Porque son unos amargados los que llevan la sanidad, no los trabajadores. Están en las antípodas del humor, son tristemente serios en el peor sentido de la palabra.

¿Cómo ve el panorama teatral en Canarias?

Estamos viviendo un momento importante. Recuerdo que hace tiempo las productoras, no las que se forran con los enchufes oficiales, sino las que se hicieron para vender sus productos, como Euritmia Cultural por ejemplo, se reunieron para afrontar los problemas comunes. Lo primero que pidieron era que cortaran las subvenciones y dedicaran ese dinero a circuitos que den trabajo a los grupos. Esto es el anuncio de que las cosas van a cambiar. Mientras hemos tenido la teta de la vaca llena, todos contentos. Hemos estado haciéndolo mal, con derroche, y ahora vienen las penurias. Creo que se inicia una nueva época, como ocurrió en mi país en 2001. La crisis abrió las mentes, promovió la solidaridad y el cooperativismo. La gente trabajaba a la voluntad. En lugar de tener veinte espectadores tenías quinientos. Fueron sembrando y con el paso del tiempo esa gente se hizo adicta al teatro. Por eso digo a los colegas que se busquen alternativas. Para ser artista hay que salir un poco de esa mentalidad burocrática, porque es lo que frena un poco el buscarse la vida. Esta situación favorece el ingenio y las ansias de lucha. El que no sobreviva será porque no lleva ese fuego sagrado dentro o que es un caza subvenciones.