El diseño español más vanguardista debuta hoy en Washington de la mano de "Bravos", una exposición que agrupa a 21 artistas y en la que pueden verse desde sillas perchero, hasta "floreros chapapote" hechos con restos de vertidos petroleros.

Se trata, en opinión de Juli Capella, el comisario de la muestra, "de una exposición de personajes y no de obras", que se podrá ver en el Centro de Arte Katzen de la American University entre hoy y el 15 de mayo.

"El diseño del siglo XXI es el diseño del ego, del super-ego", explicó a un grupo de periodistas Capella, quien asegura que de haberse hecho en el siglo XX, ésta habría sido una exposición de sillas, lámparas y electrodomésticos o de diseño minimalista o barroco o racionalista.

Pero la nueva hornada de diseñadores no quiere pertenecer a tendencias o grupos estilísticos y apuestan por un mundo propio aunque no están cerrados a la colaboración.

Los artistas que exhiben su trabajo en Washington comparten, además de la "individualidad", el no tener más de 50 años y un perfil cosmopolita. Los une también el ser la primera generación de la globalización e internet y su sensibilidad hacia los temas medioambientales.

"No quieren hacer cosas contaminantes, quieren hacer cosas que sirvan a la gente", explica Capella frente a un taburete amarillo de plástico reciclado de Martín Azúa.

El diseñador vasco se hizo famoso por su "casa básica", un volumen cúbico habitable que se hincha a partir del calor del cuerpo o del sol, que se puede plegar y llevar en el bolsillo y que es símbolo de una vida en tránsito sin ataduras materiales.

Los "Bravos" navegan entre el diseño y el arte y se dirigen a un usuario y no a un consumidor, a alguien que "toquetee" las piezas e incluso las cambie, dice Capella, quien pone como ejemplo a Curro Claret, un diseñador catalán de 41 años que a menudo deja las cosas "a medias" para que la persona que las compra las acabe.

Claret exhibe en Washington sus "floreros chapapote", hechos con restos de alquitrán recogidos del petrolero Prestige que causó un desastre ecológico tras hundirse frente a las costas de Galicia a finales del 2002.

La sustancia tóxica que causó muerte se transformó en las manos de Claret en un objeto para mantener viva a una flor.

La muestra incorpora también objetos fruto del trabajo en grupo, como un taburete verde de Culdesac.

Para Capella esa es otra de las muestras de identidad del diseño reciente, "el trabajo en grupo, en red", aunque, según el comisario, el "ego" se mantiene porque los integrantes son "devotos" y "muy celosos" de su marca.

Los nuevos diseñadores forman también parte de la que Capella describe como la "generación de internet", que tiene una página web antes de tener un estudio y su estudio está en muchas ocasiones en el ciberespacio.

"Es gente muy nómada (...) cambian de estudio, de país, con muchísima facilidad", afirma el comisario, frente a un "objeto polivalente" rojo del "Ultimo grito", que al igual que Culdesac es fruto del trabajo en equipo.

Capella dice haber seleccionado ese diseño porque es el "anti-objeto", algo que puede servir tanto para sentarse, como para colgar la chaqueta al entrar en casa.

El comisario recuerda que vivir del diseño es muy difícil y asegura que son mayoría los que tienen que compaginar su vena creativa con alguna otra ocupación.

De hecho, muchos de los "Bravos" viven en el extranjero porque, según explica Capella, "en España no encuentran su caldo de cultivo para prosperar".

Entre los que han triunfado fuera de España está Patricia Urquiola, una asturiana que "piensa con las manos", según la descripción autobiográfica que aparece en el catálogo de la exposición, y que vende como rosquillas casi todo lo que hace.

Sus obras, a menudo multicolores, se caracterizan por el cuidado de los detalles y por incluir a menudo tejidos que bien podría haber hecho su abuela.

La muestra viajará después a Chicago y otras ciudades de EEUU, como paso previo a su gira por Europa, Asia y Latinoamérica.