"He quedado atrapado por Tenerife. Y con esta frase no estoy vendiendo una moto". Así de claro se expresa Javier González de Durana en su última "misión" pública tras anunciar que el domingo acaba su vinculación laboral como director artístico del TEA (Tenerife Espacio de las Artes). "Aquí dejo un equipo de trabajo competente, joven y con ganas de comerse el mundo en el plano museístico. A partir de ahora me siento absolutamente vinculado con esta tierra", reconoce en su despedida el que será el nuevo director del Museo Balenciaga de Getaria. "Por ahora no sé mucho de Balenciaga, pero sí sé de hacer museos", asegura.

¿Por qué ha aparecido tan poco en los medios de comunicación?

Si de algo puedo presumir es de ser un ejemplo de transparencia y de decir las cosas que pienso en todo momento. Además, soy profesor de Periodismo en la Universidad del País Vasco y sé perfectamente el papel que juegan los medios de comunicación. Durante mi estancia en Tenerife he atendido todas las peticiones, salvo las que se tramitaron cuando ya estaba pactado este encuentro con la prensa.

¿Cuál fue la situación más difícil vivida en estos tres años?

Lo más complejo y, quizás, lo más heroico fue lanzar a la navegación a esta tripulación con los depósitos de carburante y con una meta clara a la que llegar. Complicado ha sido organizar equipos, intentar que las tareas estuvieran delimitadas y bien repartidas, que cada profesional supiera muy bien cuál era su tarea en un sitio tan grande como este... TEA es el rostro cultural de Tenerife y debe armar un tejido diplomático a su alrededor para generar una serie de colaboraciones que son necesarias en el ámbito museístico.

¿Se ha sentido cómodo al frente del TEA?

Mis orígenes son los de un historiador, pero con el tiempo he tenido que ser gestor, casi político, saber de márketingy de comunicación. No quisiera convertir el puesto de director del TEA en una especie de Superman, pero lo cierto es que he tenido que poner en práctica una serie de habilidades muy diversificadas para poder acometer esta aventura. El museo es un espejo de la sociedad en el que los ciudadanos se quieren ver reflejados y para ello ese espejo tiene que estar limpio. Eso implica que hay que crear una serie de vínculos dentro y fuera de él que son muy frágiles y que en cualquier instante se pueden romper con una metedura de pata.

¿Ha dejado algo por terminar; un proyecto que le hubiera gustado acabar?

Creo que se han logrado los objetivos que se pueden alcanzar en la situación en la que nos encontramos. Mi propuesta artística englobaba todo lo que hemos hecho y alguna cosa más que aún no se ha hecho realidad. El director de un museo tiene que tener los pies en la tierra y ser pragmático, posibilista y manejar con gran eficacia las muchas o pocas herramientas que tenga en su mano, pero algunas cosas que yo quería hacer en el TEA se quedaron en la cuneta. Yo no puedo culpabilizar a nadie de ello, ya que las circunstancias económicas han marcado una buena parte de esta etapa. Abrimos en la peor época posible, en octubre de 2008; ahí fue cuando la crisis puso de manifiesto su gravedad.

¿Esas limitaciones solo han sido económicas?

Me hubiera gustado que el TEA se hubiera hecho más visible a nivel internacional, pero en cuanto nos dimos cuenta de que esa realidad no era posible pusimos en valor el potencial artístico que existe en las Islas. En este sentido, lo que se ha dejado de hacer a nivel mundial, que alguna que otra cosa sí que se ha conseguido en estos tres años, me sirvió para poner en primera línea de visibilidad a una comunidad artística extraordinaria.

¿Está satisfecho con el "escaparate" que han tenido los artistas canarios en este museo?

Contar con ellos no fue una opción reduccionista a la que me vi obligado por cuestiones económicas. Al revés, los creadores canarios no han entrado en el TEA para propiciar una política provinciana o endogámica, sino porque son un tesoro artístico.

¿Ser el primero en mostrar cuál es el camino a seguir ha supuesto incrementar los niveles de experimentación?

Se han corrido algunos riesgos que nos pusieron al borde del abismo, sobre todo, al poner el marcha el programa "Área 60", ya que es un proceso sobre el que no teníamos un control absoluto pero que nos ha proporcionado unos resultados magníficos. Un museo necesita ser dinámico. Si se acomoda y se hace previsible, es decir, si se sabe con antelación lo que va a pasar en el futuro, llega la modorra y el aburrimiento te paraliza. En ese sentido, durante mi etapa en el TEA no se han puesto limitaciones a los creadores. A todos los les dijimos: Haz lo que más te apetezca.

¿Cómo ha sido la relación entre la dirección artística del TEA y el área del Cabildo que gestiona el museo?

No soporto la pedantería ni tampoco la afectación y mucho menos en mí mismo... Cuando estás en un equipo en el que hay que resolver problemas siempre aparecen posicionamientos distintos. A veces fui como una piedra en el zapato de Cristóbal de la Rosa y él también lo fue en el mío, pero cedimos en algunas cosas por el TEA. Puede que un día nos miráramos de arriba a abajo con cierto disgusto, pero eso forma parte de este trabajo. Es imposible tener el mismo concepto sobre todo. En este sentido, tengo que reconocer que en este ciclo ha habido opiniones opuestas, pero no enfrentamientos.

¿Por qué ha decidido salir ahora y no antes?

Los ciclos naturales en la vida se configuran a partir de una serie de circunstancias (profesionales, emocionales, económicas, laborales...) que no llegas a conocer del todo, pero que te ayudan a tomar decisiones. Llega un momento en que sientes que el ciclo está agotado... Antes que ahora me pude ir dos veces, pero entonces sabía que debía seguir. Reeditar cada una de las emociones que sentí en su día con la apertura del TEA dirigiendo el Museo Balenciaga me atrae porque voy a descubrir un mundo que es inédito para mí. Cuando vine a Tenerife no sabía mucho de Óscar Domínguez y ahora tampoco sé gran cosa de Balenciaga, pero sí sé de hacer museos... Es el cuarto que voy a poner en marcha. Me voy a sumergir en un campo en el que siempre me ha apetecido entrar -el de la moda-, pero del que me alejé por otras cuestiones profesionales.

"Siempre ha sido muy sencillo trabajar con Javier"

Cristóbal de la Rosa, director insular de Cultura y Patrimonio, no oculta las posibles diferencias que han podido existir entre el primer director artístico del TEA y la administración pública que gestiona este espacio cultural. "Es imposible que Javier y yo podamos estar de acuerdo en todo -admite- pero tengo que decir que siempre ha sido muy sencillo trabajar con él", puntualiza el político. El hecho de que Javier González de Durana llegara cuando los dos conservadores del museo ya estaban nombrados (Isidro Hernández y Yolanda Peralta) pudo originar, a juicio de Cristóbal de la Rosa, "una situación incómoda que en ningún caso ha existido", matiza el representante del Cabildo de Tenerife. "Yo creo que hemos cubierto el cien por cien de los objetivos que nos planteamos en el primer encuentro -en el Puerto de la Cruz- que mantuve con Javier. Entonces, la prioridad era definir la estrategia que debíamos seguir, los objetivos que se debían cubrir en una primera fase y, sobre todo, hablamos de poner el TEA en un plano visible. A pesar de los problemas económicos que han existido, que durante este periodo han sido muchos y variados, tengo la impresión de que se han logrado cubrir unas necesidades que están por encima de unos mínimos", analiza De la Rosa antes de valorar que desde la administración que gestiona el futuro del TEA (Tenerife Espacio de las Artes) se vienen realizando una serie de esfuerzos continuos para que otros organismos locales y, sobre todo, nacionales colaboren económicamente con este museo. En este sentido, tengo que decir que el Gobierno de Canarias debe pelear más en Madrid para que el TEA y el CAAM obtengan más financiación estatal, ya que por el momento no nos ha hecho caso", critica Cristóbal de la Rosa.