El filólogo y etnógrafo Juan Francisco Blanco ha reivindicado en una entrevista la inclusión de los cementerios en las rutas culturales de las ciudades, dado que, en su opinión, visitar estos espacios "significa acceder a un perfil diferente en el conocimiento de España".

Autor de entre otras publicaciones del libro "La muerte dormida. Cultura funeraria en la España tradicional" (Universidad de Valladolid), Blanco ha sostenido que la Fiesta de los Santos representa en la actualidad "el enclave festivo referencial a nivel nacional del culto a los muertos".

No obstante, a su juicio, la sociedad española "se aleja cada vez más de las creencias y las prácticas del cristianismo católico, sobre todo en las nuevas generaciones".

La tradición del Día de Todos los Santos, que antes era "deber sagrado" ahora, en palabras de Blanco, se ve "descargada de significado".

Asimismo, ha subrayado que la referencia física de la muerte "va diluyéndose a medida que se instala la práctica de la incineración", hábito que si continúa progresando vaticina que "dentro de algún tiempo no habrá muertos que visitar en un cementerio".

A todo ello ha unido el hecho de que las nuevas generaciones, especialmente en las ciudades, "se inclinan más hacia manifestaciones culturales de signo anglosajón, como Halloween que, por otro lado, posee unas mismas raíces celtas que la España noroccidental, así que no estamos tan lejos de algo que hoy se copia de la televisión y del cine".

No obstante, y tras significar que en Europa existe "una sensibilidad claramente despierta en la defensa del patrimonio funerario" ha puesto como ejemplo a ciudades como París, Londres, Viena, Praga, Roma o las españolas Barcelona (Montjuic), Madrid (La Almudena) y Santander (Comillas) que "han sido conscientes de ese valor añadido de los cementerios".

De ahí, que haya reclamado "un papel mucho más importante" para los camposantos "en las guías de las ciudades y de los pueblos de España", ya que, en su opinión, "visitarlos significa acceder a un perfil diferente en el conocimiento del país".

En clave etnográfica, el también director del Instituto de las Identidades de la Diputación de Salamanca ha reclamado "el patrimonio de la tradición oral en cuanto a la muerte".

A su entender, "es, probablemente, en la sociedad tradicional española donde mejor puede observarse esa presencia permanente de la muerte, un culto que en la fiesta de Todos los Santos adquiere resonancia singular y mayoritaria".

Sin embargo, además de en esa conmemoración del 1 de noviembre, el culto se manifiesta en otras "muchas fiestas que están plagadas de ritos".

Entre ellas, ha mencionado "las corridas, los encierros, las capeas, y los toros enmaromados y de fuego".

Se trata de "un culto al toro en el pasado, de carácter sacrificial de donde arrancan todas esas tradiciones taurinas que han llegado hasta la actualidad".

El investigador ha sostenido que en España "cuesta aún reconocer que la nuestra es una cultura de la muerte", aunque grandes pensadores y escritores, como Miguel de Unamuno, "han dejado rastro imborrable sobre esta cuestión".

"Quienes nos visitan tienen la impresión superficial de que la de España es una cultura vitalista, cuando, en el fondo, no estamos más que enmascarando un profundo sentimiento trágico de la vida", ha concluido.