MUY querido amigo:

Contados fueron ya los días que tiene un año para medir tu ausencia, aunque un sabio ya dijo del tiempo que es como el río y no pasa dos veces...

Podríamos decir que aquí sigue todo igual, si el cansancio que emana de la monotonía, o el que proporciona la desidia, son los patrones por los cuales nos pronunciamos.

Lejos quedaron aquellos días edificantes donde te proyectabas en ideas nuevas organizando sobre nuestras capacidades, seres imaginados a los que prestábamos voz y alma en la palabra y en los gestos, para contar una historia.

Tú nos moldeabas, incansable. No siempre era tan dúctil la arcilla. Hay que atribuir a tu afán perfeccionista, y a tu maestría, los buenos resultados. ¡Cuántos estrenos memorables! ¡Cuántos éxitos teatrales!

Pero esta carta no quiere seguir el camino de tus bondades, que fueron muchas, porque ellas tendrían que brillar por sí solas en la luminosa estela de tu trayectoria escénica, del cúmulo de méritos, suficientes, en algo más de cincuenta años, para que éstos sean debidamente reconocidos. ¿Por quiénes? Por el noble pueblo de Santa Cruz de Tenerife. Por el departamento de Cultura, o por quienes se consideren responsables de poner el acento en la gratitud a los méritos adquiridos por un hijo de esta tierra.

Hoy solo pedimos que, aunque el río no vuelva atrás, tu memoria de agua fresca no sea acallada por el silencio, la desidia, o la indiferencia.